martes, 8 de enero de 2013

EL CASO HEYWOOD


Aquel día el reflejo plomizo del atardecer mediterráneo me tenía embelesado cuando el teléfono me dio una noticia impactante. La encargada de hacer de heraldo era mi vieja amiga irlandesa Muriel Hutchins;  Neil Heywood había muerto en circunstancias poco claras. Al inglés, con el que habíamos hecho negocios en el pasado, lo habían mandado a cenar con Jesucristo por un supuesto asunto de chantaje. He de reconocer que se me pasaron muchas cosas por la cabeza cuando colgué el teléfono. Observaba el azul cobalto de la bahía malagueña  mientras trataba de digerir la noticia. Iniciamos entonces una investigación, y aquí tienen el resultado.

Si quiere que el gran público le crea, cuente una historia extraordinaria. Meta en la coctelera sexo, drogas, políticos, dinero y voila; una legión de ciudadanos apoyarán tu tesis punto por punto: Se llamaba Neil Heywood y mucho de lo que se ha dicho de él es falso, o difícilmente verificable para aquellos que no lo conocían personalmente. Sobre su cadáver, encontrado en un hotel de dos estrellas bajo el infeliz nombre de (Nasham Lijing) que significa vacaciones con suerte, se ha montado el mayor escándalo con el que China ha tenido que lidiar en el último lustro. Neil era presentado en la prensa como un agente del MI6 británico que, por supuesto, conducía un Jaguar S-Type con una pegatina británica con el número 007. He aquí la verdadera historia de la muerte de un inglés que cambió el equilibrio de poder en la china comunista.

El inglés

Heywood había llegado a China una década antes de su muerte. Era un hombre de negocios que entendió pronto el potencial que tenía el gigante asiático cuando Pekín trataba de abrirse al mercado exterior. Su talento para los negocios y sus contactos al más alto nivel, le ayudaron a crear su empresa Heywood Boddington Associates, cuay labor era ayudar a firmas británicas que querían hacer dinero en China. Tuvo tiempo de ganar una fortuna, casarse y tener dos hijos. No era extraño verle en las recepciones de la embajada del Reino Unido en la capital china. Su vida no era secreta, ni para sus amigos, ni para su familia. Obviamente, tenía, como todos nosotros, secretos inconfesables. Uno de ellos, era la relación amorosa que mantenía con Gu Kailai, esposa de uno de los líderes más potentes del PCC, Bo Xilai, ex secretario del partido y ex miembro del Politburó. Este hecho es clave para entender la verdadera naturaleza de la historia que tiene como hilo conductor el romance entre el europeo y la asiática

Gu Kailai

Casada en 1986, tuvo un hijo un año más tarde. Su marido tenía tantos compromisos profesionales que pasaba largas temporadas fuera de casa; Pekín, viajes al extranjero. Neil Heywood comenzó a ocupar el vacío que había dejado el esposo de Gu Kailai, aprovechando que en aquel entonces era el profesor de su hijo. Sería entonces cuando los servicios de inteligencia británicos captaron a su compatriota como agente. Al principio habrían sido informaciones puntuales para, tiempo después, pasar informaciones más relevantes sobre la familia de Bo Xilai. Fruto de esta relación, el inglés habría pedido 13 millones de libras esterlinas a su amante para que no hiciera pública su relación, lo que hubiera destruido a su hijo y la carrera política de su marido. Estamos ante una patraña de proporciones descomunales, pues un hombre que ha vivido en China veinte años, rico y residente en uno de los mejores barrios de Pekín, se arriesga a chantajear a la mujer de uno de los hombres más poderosos del país a cambio de dinero. Sencillamente, la historia no se mantiene.

La Muerte

Neil Heiwood cenó en un restaurante italiano de Pekín con el periodista Tom Reed, a principios de noviembre. Fue, según la propia versión del periodista, una cena en la que nuestro hombre de negocios estaba feliz, sin mostrar preocupaciones. Una visión que encaja por todos sus familiares y amigos que le trataron en aquellos días.

El 14 de noviembre Heywood recibió a Kailai en el hotel. El inglés comenzó a beber y poco tiempo después, sufrió un ataque cardíaco que le provoca la muerte. La mujer, presa del pánico, llamó a la mano derecha de su marido, Wang Lijun. El hombre que ha ayudado a su esposo en una cruzada contra el crimen y la corrupción. Wang, en compañía de otras personas, se hicieron cargo del cadáver al cual quemaron a todo prisa. Sin embargo, Wang tenía algún esqueleto escondido en su armario como les gusta decir a los británicos. Estaba siendo investigado por un antiguo caso de corrupción. Cuando se enteró de las intenciones de la fiscalía china, entiende que su única opción es la huida. Era la noche del 6 de febrero cuando buscó refugio en la embajada norteamericana. Aquí Wang estuvo 33 horas reunido con los diplomáticos americanos. ¿Qué les contó? Probablemente algunos de los casos de corrupción en los que estaba metido su jefe. Nada que no sepan los servicios de inteligencia de la embajada. En un momento dado, Wang decidió disparar más alto contando el supuesto asesinato del ciudadano británico a manos de su amante. El arma utilizada; cianuro. Posteriormente, el delator fue condenado a 15 años de prisión por corrupción, abuso de poder y deserción.

Un Plan Diabólico

Cuando salta el escándalo, el gobierno central chico debe decidir que hacer con todo el asunto. Bo Xilai es un líder carismático y con gran influencia en el partido. Sus enemigos se preguntan la manera de atacarle. El tema de la corrupción está descartado porque buena parte del partido tiene la conciencia sucia. Tampoco sobre la diferencia entre ricos y pobres, porque Bo, al menos en teoría, es un fiero defensor de los más débiles. El supuesto asesinato en circunstancias poca claras se convierte en el arma perfecta para desbancar al todavía todopoderoso Bo Xilai.

Consciente de lo que se está jugando, Bo Xilai , visita el 14 batallón del ejército, fundado por su padre, en un intento de probar su cercanía a los militares. Empero, no tiene nada que hacer y el 15 de marzo es expulsado del Politburó, el vértice jerárquico que gobierna China. En julio, su mujer, Gu Kailai es formalmente acusada, y a finales de agosto condenada a muerte por el homicidio de Heywood. Un proceso llevado a cabo a puerta cerrada. No se aceptó ninguna petición para asistir al mismo de ningún medio extranjero. Fuentes jurídicas consultadas afirman que de haberse celebrado el proceso judicial en un país con garantías procesales, la amante de Heywood no habría sido condenada.

Heywood, tristemente, sufrió un ataque al corazón y, sobre una muerte accidental los comunistas chinas urdieron un plan diabólico para frenar a aquellos que apostaban por las reformas en el país, especialmente las de la banca y el estado. Así se escribe la historia en un país en la que millones de personas no tienen ni electricidad, ni agua potable, y mucho menos derechos. Un país que nuestro amigo Neil amaba, después de todo. Estamos seguros de que si desde allá arriba se ha dado cuenta de lo que él decía, se debe de estar partiendo de la risa. ¡Descanse en paz!

Sergio Calle Llorens

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