Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
martes, 15 de noviembre de 2011
EL GRAN CAPITÁN
General español, conquistador del reino de Nápoles para la corona de España. Fue un gran servidor de la patria, a la vez que sagaz político, extraordinario diplomático y un genio militar. Sin duda, el ejército del Gran Capitán estableció las bases de la mejor infantería del mundo. Del estudio de la historia, estableció que la clave de los éxitos militares estaba en la organización de los ejércitos, en su orden y disciplina, y en la capacidad y talento de los oficiales. Basaba su todavía proyecto militar en la idea de una infantería capaz de moverse en todo tipo de terreno. También consideraba clave el ánimo de la tropa durante los combates, y el uso de la caballería como auxiliar de sus unidades más preciadas: La infantería. Tomó conciencia de la importancia que tenían armas como los arcabuces y artillería. Además ideó nuevas formas de derruir las murallas enemigas con el empleo de minas. Su genio militar le llevó a crear un servicio de inteligencia que le solía facilitar información de primera mano sobre sus rivales en el campo de batalla. Aunque no se quedaron ahí sus innovaciones, ya que fue el primer militar que preconizó las bondades de establecer un servicio militar obligatorio, que se alejase del concepto de ejércitos mercenarios.
En conclusión, el Gran Capitán fue el hombre que sentó las bases de los que serían nuestros famosos tercios. Pero hagamos un pequeño resumen biográfico. Don Gonzalo Fernández de Córdoba nació en Montilla, el 1 de septiembre de 1453. De familia noble, fue educado en Córdoba. Desde muy joven, fue paje del infante Don Alfonso, al que sirvió durante la guerra fraticida que mantenía contra el legítimo rey Enrique IV. Pero no sería la última vez que luchara por los derechos dinásticos de alguien, ya que la reina Isabel la Católica, reclamó sus servicios para luchar contra los partidarios de la Beltraneja. A partir de entonces, su destino estaría ligado al de la buena estrella de sus católicas majestades.
En la guerra de Granada mandó la capitanía de las Guardas reales de Castilla. Se destacó como valiente en la toma de Loja, y en el sitio de Tájara. Formó parte en las negociaciones con Boabdil en las que se ponían fin a siglos de dominación musulmana de España. En recompensa a sus servicios, recibió el señoría de Órgiva y una encomienda de la orden de Santiago. Había demostrado con creces su valía militar, por lo que la reina Isabel le puso al frente del cuerpo expedicionario que el rey Fernando envió a Nápoles para derrotar a los franceses. Contaba 42 años cuando se puso al frente de las fuerzas de la monarquía hispana. Con escasos efectivos y mucha movilidad, se hizo con toda Calabria en 1495. Un año más tarde marchó con todo su ejército para acudir al sitio de Atella y comandar las fuerzas aliadas de la Santa Liga. En poco menos de un mes rindió al ejército francés, y con ello, obtuvo la entrega la mayor parte de las plazas fuertes. Su fama por la victoria alcanzada en la península italiana traspasó fronteras, y se ganó por derecho propio el título por el que sería conocido en el futuro: El Gran Capitán. Tras la toma de Ostia, entró triunfante en Nápoles. A su vuelta a España, fue recibido en honor de multitudes al ser considerado un héroe nacional. Pero casi no tuvo tiempo de degustar las mieles del triunfo al estallar la rebelión de las Alpujarras, y fue enviado a sofocar la revuelta, corría el año 1500.
Ese mismo año, el rey Fernando pactó con Luis XII, rey de Francia, el reparto del reino de Nápoles, pero lo que parecía una disputa zanjada se convirtió muy pronto, en un conflicto que daría paso a la segunda campaña de Italia. En esta ocasión, fue la interpretación del pacto lo que llevó a españoles y a galos a verse las caras en el campo de batalla. En abril de 1503 el Gran Capitán derrotó al ejército francés comandado por el duque de Nemours, que causó baja, en la famosa batalla de Ceriñola. En el combate, que duró lo que el crepúsculo de aquel día aciago para los franceses, los españoles tuvieron menos de cien bajas, en contraste por los tres mil franceses caídos en el campo de batalla. Cuentan que Don Gaonzalo, y otros capitanes españoles cenaron la comida que el Duque de Nemorus tenía preparada para su vuelta. Pocos días después Nápoles envió a una delegación de su nobleza para entregarle las llaves de la capital del reino napolitano.
El rey francés que no quería perder el reino, mandó un nuevo ejército, que también fue derrotado por el Gran Capitán en la batalla de Garellano, en diciembre del mismo año. Finalizada la guerra, el gallo francés dejó de cacarear y Nápoles pasó a la corona de España. El Gran Capitán gobernó como virrey el reino napolitano. Hizo que todos los estados del reino juraran lealtad a los reyes de España. También recompensó sobradamente a todos aquellos que combatieron a su lado. Pero la buena estrella que le había acompañado toda su vida, empezó a apagarse cuando la reina, su gran valedora, falleció. Fue entonces cuando personajes que ansiaban sustituir a D. Gonzalo en su cargo, comenzaron a conspirar contra él. El rey Fernando presa de los celos, hizo caso a los comentarios sobre la persona que había ganado todo un reino para su corona, y le reveló. Faltó incluso de una forma tan vil al juramento de: “Dios nuestro señor, por la cruz y los cuatro santos evangelios que resignaría a su favor” el cargo de Maestre de Santiago. Al Gran Capitán no le quedó otra que retirarse a Loja, ciudad que le concedió el monarca. Allí falleció en 1515 a la edad de 62 años, después de haber roto definitivamente con el rey. Sus restos mortales se conservan en la iglesia de San Francisco de Granada. No es difícil recordarle arengando a sus soldados cuando los franceses hicieron estallar varios carros de pólvora españoles en la batalla de Ceriñola: “¡Buen anuncio! Estas son las luminarias de la victoria”. Las mismas que llevaron a los españoles a la victoria. Su impronta y su genio militar ayudaron a crear a nuestros invencibles tercios. Su luz sigue brillando con luz propia en nuestro universo particular de héroes de España.
Sergio Calle Llorens
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