miércoles, 2 de noviembre de 2011

DINAMARCA VERSUS ANDALUCÍA


El Parlamento de Dinamarca es conocido en danés como Folketing. Situado en Slotshomen, el palacio de Christianborg es de estilo neoclásico con un toque barroco. Visité el lugar invitado por un miembro de una formación de izquierdas que tuvo a bien hacerme de guía. Era una tarde fría típica del invierno escandinavo. Recuerdo como al terminar la visita, tomamos un ascensor en compañía del ministro de asuntos exteriores Per Stig Moeller al que fui debidamente presentado. El hombre que parecía más un ejecutivo de una pequeña empresa que todo un ministro, tuvo la deferencia de departir unos minutos conmigo. Luego tomó su bicicleta y se perdió en la noche. Aquel hecho me dejó perplejo. Les estoy hablando de un tipo que al día siguiente tenía una cumbre internacional en Bruselas y que iba sin coche oficial, sin escoltas y sin ningún tipo de privilegios. Y no duden que podría tenerlos. Desde entonces suelo confrontar España, y más concretamente Andalucía con el país de la sirenita. Reconozco que todas las comparaciones son odiosas pero necesarias. Creo jugar con ventaja al hacerlo pues tengo familia danesa, he vivido en el país, me defiendo razonablemente bien en su lengua y mis hijos la dominan a la perfección.

Los daneses tienen una palabra de difícil traducción que se llama Folkelighed. Viene a ser algo así como la calidad del pueblo. Una igualdad llevada hasta sus últimas consecuencias en la llamada ley de Jante. Por eso, los habitantes de ese pequeño país no aceptan que nadie actúe como si fuera superior al resto de los mortales. Por eso es fácil de entender que ser miembro de un partido político en concreto no abre ninguna puerta, ni tampoco la cierra. Aquí se llega a lo más alto, o no, dependiendo de tu trabajo y tu esfuerzo, pero jamás por las conexiones familiares o personales de cada cual. En la sociedad danesa, sencillamente no se acepta el nepotismo a la hora de hacer política. Al más nimio fallo, el político danés debe dejar su cargo tras pedir perdón al pueblo. Por ponerles ejemplos ciertamente ilustrativos, les hablaré del caso del señor Nashre Khadeer que tuvo que dejar su cargo porque se demostró que pagó el muro de su casa y no usó factura. También fue sonada la dimisión de la ministra de familia y asuntos sociales porque se descubrió- les juro que no estoy de coña- que no había pagado el sofá y el toldo de su vivienda.


Dinamarca no es una nación propiamente dicha, sino una sociedad tribal. Los daneses han viajado por el mundo, han hecho negocios pero no han sabido jamás incorporar nuevos elementos a su cultura que creara un híbrido. Si en Estados Unidos tenemos afro-americanos o italo- americanos, en el país de Han Cristian Andersen es sencillamente imposible. Allí o se pertenece a la tribu o no se pertenece. Así de simple y así de claro. Eso conlleva a que no se toleren las corruptelas que pongan en peligro el bienestar de todo el grupo. Por otra parte, los nacionales de este país tienen más confianza en el estado que en el mercado. El ex primer ministro del país de 2001 a 2009- hoy Secretario General de la OTAN- Anders Fogh Rasmussen del partido liberal escribió el libro “De un estado social al estado mínimo” en el que defendía de forma apasionada el estado social y que en realidad era un mejor administrador del mismo que los propios socialdemócratas. También les apunto que la cultura danesa tiende siempre al consenso y que no hay conversación o debate que no concluya con cierto acuerdo, aunque sea mínimo.


Cuando un político danés va a ser nombrado ministro, el servicio secreto danés- Politiets Efterretnigstjeneste- prepara un informe sobre el ministrable. Cualquier pequeña mancha puede ser razón suficiente para defenestrarle. Recientemente Henrik Sass Larsen tuvo que resignarse a no recibir una cartera ministerial porque se reunió en privado con miembros de un grupo radical dedicado a asuntos algo turbios. Y ya ven, aquí en España hemos tenido al Ministro Blanco departiendo en una gasolinera con un empresario al que supuestamente le habría pedido dinero . De momento, el gallego sigue sin dimitir. En cuanto a los sindicatos, decir que estos se nutren de las cuotas de sus afiliados y nunca de las subvenciones millonarios del estado . Estamos ante un la cultura del esfuerzo frente a la cultura sureña del pelotazo. No es de extrañar que el único político danés condenado a la cárcel fuera Beter Adler Alberti que estafó al estado 18 millones de coronas en – ojo al dato- 1908. En su defensa hay que añadir que era ludópta.


Ahora quiero que eche un vistazo a su alrededor. Fíjense en su ayuntamiento, en su empresa, en su diputación, en su autonomía y hasta en su vida privada. Piense en la cantidad de enchufados de cada partido. Reflexione sobre las subvenciones que se dan a diestro y siniestro. Hágase mirar la cantidad de veces que ha pagado una factura sin IVA o ha tenido a alguien trabajando sin contrato- esto último es un delito penado- y entonces se dará cuenta de que España no sólo sufre una crisis política, sino también moral. Por eso somos el país que más alcohol bebe, el que más cocaína consume y el más putero de Europa. Luego si tiene tiempo compare el curriculum de Bibiana Aído o Leyre Pajín con el de la Primera Ministra danesa Helle Thorning- Schmidt. La misma a la que el maleducado de Berlusconi le miraba el trasero el otro día. Entenderán entonces de que les estoy hablando. Finalmente, si todavía tiene ganas, déle un repaso a Andalucía, la región que iba a convertirse en la California del sur de Europa y más tarde en una socialdemocracia parecida a la danesa. Al menos eso es lo que nos prometieron los socialistas. Entonces caerán en la cuenta de que la taifa sureña no se asemeja en nada a California y mucho menos a Dinamarca. Puestos a encontrar parecidos, Andalucía tiene cierto aire a la República de Burundi donde las empresas extranjeras contratan a un familiar como conseguidor de ayudas y subvenciones. Algo que aquí ha ocurrido con el señor Chaves, la niña de sus ojos y el caso Matsa, y que será ocurriendo si usted sigue votando a los de la rosa y el capullo.

Coda: El que avisa no es traidor.


Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. Allí la gente se muere de asco, en Andalucía la gente se muere de vivir la vida. Varios Emperadores romanos, varios productos y monumentos únicos... frente a una sirenita solitaria!

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  2. Allí la gente no se muere de asco. Te lo digo por experiencia. Dinamarca es un país que funciona razonablemente bien. Yo comparaba ambas sociedades. Otra cosa es la riqueza de Andalucía en cuanto a cultura y monumentos. De cualquier forma, te invito a que conozcas Dinamarca. Estoy convencido que será de tu agrado.

    Saludos

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