viernes, 23 de septiembre de 2011

LLAMADME ALFREDO


Reconozco que soy un tipo peculiar, qué le vamos a hacer. Supongo que de tanto ver cine he ido encuadrando la vida en buenos y malos, como en aquellas películas del oeste que tanto amo. Pero incluso en esas viejas cintas uno puede encontrar a villanos que eran capaces de ganarse el respeto general. Gente que aunque vil, era suficientemente valiente para actuar acorde a un código de honor. Quiero decir que a pesar de ser malos, malísimos, esos tipos merecían que uno se quitara el sombrero. Nada que ver, obviamente, con los socialistas andaluces y su latrocinio institucionalizado. De hecho, comparar el film quién mató a Liberty Valance con la película del ex presidente de la Diputación de Málaga es buena prueba de lo que digo. Al fin y al cabo, en la obra maestra de John Ford, estamos ante una declaración de amor a una época que estaba llegando a su fin, mientras que las actitudes rufianescas de Pendón seguirán aquí instaladas para siempre. Sí, John Wayne o James Stewart versus socialistas no es una comparación que aguante una mirada exigente. Tomen nota, el ex Presidente de la Diputación malagueña y su PSOE gastaron 104.000 euros en llamadas telefónicas realizadas por 446 móviles. Por si fuera poco gasto, los socialistas manos-rotas derrocharon 2379 eurillos de nada en la compra que tres Ipads que todavía no han retornado a sus legítimos dueños- nosotros-. La razón esgrimida para no haberlos devuelto es, según estos piltrafillas, que no sabían que tenían la obligación de hacerlo. Así no es extraño que esta gentuza no merezca ningún respeto. Lo digo hoy, el día en el que Rubalcaba ha exigido a un periodista que le llame de Señor. Así que quiero hacer algunas matizaciones.


Verán, yo soy una persona educada en las buenas maneras y el buen gusto. Decir buenos días, gracias y ceder el asiento en el bus es para mí una actitud habitual. Suelo llamar de usted a los camareros y al cajero del banco. Sin embargo, en lo referente a los políticos, si quieren tratamiento de alteza o excelencia, el respeto se lo tienen que ganar. Es obvio, por tanto, que al candidato socialista a las próximas elecciones hay que llamarle de tú. Porque fue él, y no otro, el que impulso el buen rollito en las aulas, el mismo zangolotino que suprimió el usted y las formas de respeto en la enseñanza. Todo con el toque socialista de la igualdad y todas esas mamarrachadas muy de su cuerda. Así que mientras los profesores son llamados de tú e insultados por la turba escolar y maleducada, Ruby y sus 4 millones de ladrones quieren ser tratados como grandes de España. Pero hasta ahí podíamos llegar. El respeto se lo gana uno cada día y que yo sepa ni para tapar cadáveres en cal viva valen los del capullo. Su único logro ha sido el de igualar por lo bajo. Sí, todos igual de atocinados para que ellos pudieran dejar la vieja piel de toro como un solar. Y lo han conseguido. Para lograrlo, crearon una juventud que sólo aspira a vivir de la teta de la administración, o a sustentarse con miserias de 400 euros, esas a las que llaman ayudas sociales, cuando en verdad son una auténtica tomadura de pelo. A mí me gustaría ver a uno de estos socialistas metidos en los ERE, o a los sindicalistas con las ayudas millonarias sin control, cobrando esa miseria y viviendo su particular lunes al sol. Ya lo ven, los izquierdistas “del pleno desempleo”, con Rubalcaba a la cabeza, han pasado del “llamadme Alfredo a Señor Rubalcaba”. Pues ni una cosa, ni la otra. El único título que merecen es el de SINVERGÜENZAS.


Coda: El socialismo español es como un submarino: puede flotar, pero está hecho para hundirse.


Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. Me quito el sombrero con tus artículos. Este especialmente es una joya. Tu definción sobre el socialismo español es impresionante. Lo dicho, sombrerazo.

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  2. Alcalá: Señor Rubalcaba, jejejeje, pero como puede ser tan mentiroso ese tipo. Estoy muy de acuerdo con esta entrada tan maravillosa y contundente. Esta gentuza animó a todo el mundo a que se tuteara pero cuando le toca a ellos, entonces la cosa cambia.

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