En la guerra
se necesitan jabalíes que arremetan al enemigo sin miedo, pero también a
pájaros que vean el campo de batalla desde arriba. En el fútbol, que es otro
tipo de lucha, ocurre lo mismo. Por eso, está bien tener a jugadores como
Gavi, pero es mucho mejor tener a tipos como De Jong o Casadó. De ahí que
al final del partido el Atleti se llevara un empate ya que el técnico
azulgrana equipo se equivocó cambiando a Pedri y al jugador tulipán por
futbolistas de colmillo fácil. Como ven, el General es de una suma importancia
a la hora de vencer. De hecho, debe de ser bueno e inspirar terror. Blas de
Lezo y Bernardo de Gálvez provocaban terror en las filas inglesas. Es
posible que el alemán le diera muchas vueltas a los cambios en la ida de las
semifinales de Copa, pero erró de lleno. Su equipo es temido, pero él tudesco
no tanto. A Feijóo cualquiera le da dos vueltas porque ni vale como
jabalí ni menos como pájaro. Simplemente no asusta a nadie. Es un político que
sale, como todos los entrenadores cagones, a empatar el partido y así no hay
manera de sacar los tres puntos. Especialmente cuando juegas contra un tipejo
sin escrúpulos como Sánchez. Un psicópata que es capaz de pactar un día
con grupos radicales como ERC o los filoetarrras de Bildu y, al otro,
decir que no se puede llegar a acuerdos con la ultraderecha cuando él apoyó a
los candidatos de Orban y Meloni en la comisión europea. El marido de
Begoña es un cínico al que no le importa dejar el campo de batalla lleno de
cadáveres si con ello se alza con el triunfo. Tampoco le preocupa mucho que
esos muertos pertenezcan a sus filas. Lo suyo es seguir en La Moncloa
con toda la familia imputada por corrupción. A Feijóo, al que le
preocupa casi todo, hay que decirle que Dios sólo bendice a los valientes.
Los partidos de fútbol. Los partidos políticos.
Tan lejos, pero también tan cerca.
Sergio Calle
Llorens
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