No. Aldama
no ha corrompido a nadie. Simplemente ha tratado con una organización
corrupta hasta las trancas llamada PSOE. Nada nuevo bajo el sol. En todo
caso, la situación empeoró estando España confinada y con María Gámez
al frente de la Guardia Civil. Carta blanca en medio de una muerte negra
que cabalgaba suelta por el mundo. Recordemos que su marido no entró en prisión
por un error judicial cuando se le investigaba por blanqueo de capitales, malversación
y prevaricación. Esos tiempos en los que la pareja en cuestión compraba propiedades
en diferentes localidades. En tierras malagueñas, y para que no se enterara
nadie, la dimitida por corrupción adquirió un ático de lujo situado en el Carril
de la Chupa por 800.000 euros de nada, a escasos metros de la Playa de
San Andrés. Una propiedad que puso a nombre de su hijo para que nadie se
diera cuenta del pastel. Pero la tarta
siempre ha tenido los mismos ingredientes; enchufismo, comisionistas, maniobras
orquestales en la oscuridad, personas que no saben hacer la o con un canuto y
el derroche del dinero público.
Aldama es otro que se une a la lista
interminable de empresarios de la secta del capullo. Un tipo que hizo fortuna
al albor de sus corruptelas. Pero el modus operandi nació en el sur, en la
tierra de la Garduña. En parte, la culpa fue nuestra porque teníamos que
haber metido en la cárcel a Gámez, a Griñan, a Martínez y a toda esta pléyade
de personas que tanto daño han hecho a la reputación andaluza. Aldama tuvo
buenos maestros y aprovechó que los ciudadanos normales estábamos encerrados
por el Covid. Sencillamente no tuvo oposición y de aquellas lluvias
vienen estos lodos.
Por todo lo expuesto, espero que el
ayuntamiento coloque un monumento en el Carril de la Chupa alertando del
peligro de esta forma de hacer política. ¿Qué les parece la estatua de Al Capone señalando
el punto exacto donde habita el Maligno?
Sergio Calle Llorens
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