Pequeño
Marlaska estudia la
forma para retirar la medalla de la Guardia Civil al comisionista Aldama,
pero no piensa en retirarse de la politica. El ministro, que por cierto trato
de colarnos a María Gámez como animal de compañía, ha vuelto a demostrar
su infinita incompetencia. El otrora juez es, además de gafe, incapaz de acertar
en la toma de decisiones. Es tal su fama de cenizo que si tuviera un circo la
mujer barbuda se le volvía lampiña y los enanos terminarían jugando en la NBA.
No acierta ni cuando se equivoca. Decía no conocer al hombre que está cantando
la Traviata aunque fue él quien le condecoró con la máxima distinción de
la Benemérita. Pero para equivocados los mal llamados progresistas que
tienen apoyan un gobierno con la mujer y el hermano del presidente imputados.
Al igual que lo están el ex ministro Ábalos y el fiscal general del
Estado. Pues ni por esa dejan de apoyar al amado líder y les parece bien que
RTVE, el CIS, el Constitucional y la fiscalía sean controlados por la secta del
capullo. Es de tal magnitud el escándalo que es mucho más fácil destacar
quien no está investigado por la justicia o qué organismo no están controlados
por los herederos de los asesinos de Calvo Sotelo que lo contrario. Señalar a tanta gente es muy cansino.
Y con este
panorama, el PSOE está a punto de celebrar su congreso en Sevilla,
sede de la Garduña del sur, donde, además de aplaudir con las orejas las
ocurrencias de Sánchez, acordarán expulsar del partido a cualquier
miembro que contrate a prostitutas.
Ellos que siempre han preferido la oscuridad de los lupanares que la
claridad de las cuentas. Ellos que usaban las visas para pagar sus vicios
sexuales en los mejores prostíbulos del sur. Una vez más se demuestra que las
mejores trolas son las que nos contamos a nosotros mismos. Los socialistas, en
este sentido, son imbatibles declarándose progresistas, modernos, ecológicas, honrados,
éticos y luego, a la luz del sol, podemos ver que son lo peor que le ha pasado
a España en el último cuarto de siglo.
A mí sólo me queda por fantasear con las películas
que hubiera hecho el gran Luís García Berlanga sobre este gobierno. Al final, la Diosa fortuna, que es una furcia
de cojones, se equivocó de tiempo con el cineasta valenciano. Una pena.
Sergio Calle
Llorens
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