martes, 4 de enero de 2022

¡EL TARÓ!

 


Cuanto más espeso es el taró, cuanto más fuerte es la lucha, más aumenta la capacidad de navegación de los malagueños por el azaroso mar de la vida. Porque una ola gigante, en verdad cualquier ola, está hecha para ser dominada. Los malagueños, que trabajamos con una tenacidad superior a la adversidad irreparable de la taifa del sur, hemos hecho de esta tierra un lugar diferente a las ciudades crepusculares que nos circundan. Décadas de lucha contra el intento andaluz de acabar con nosotros dan para mucho. Pero hemos devuelto cada golpe para encaramarnos a un liderazgo que ya nadie discute. Sin embargo, todavía existe esa atmósfera brumosa de ficción en la que algunos afirman que el origen de nuestro éxito se debe al lugar de nacimiento del presidente. ¡ilusos!   Es la misma gente que va a pasar más hambre que un caracol en un espejo. Por eso hemos de dejar a estas personas de temperamento bufonesco e hinchada de fanfarronería con su triste escepticismo.

Curiosamente yo nunca me he sentido completamente extranjero en ningún sitio, ni en ningún puerto del Mediterráneo y me gusta pensar, como dijo aquel gran escritor, que situados frente a frente nos entendemos con la mirada. Sin embargo, nunca me he sentido cómodo en la Andalucía oficial. Es como ponerme un traje con unas medidas hechas para otro.  Es como sentarme a la mesa con gente venida de otro planeta. Es como hacerle entender a un mono la necesidad de abrazar nuestros atardeceres cárdenos junto a la mar. En definitiva, no hay nada que me conecte a esa gente porque todo es una cuestión de mesura y sensatez. Ellos crearon una máquina Ad Hoc para desplumarnos, pero el gallo les ha salido duro de pelar. Por eso la Málaga tecnológica, la Málaga cultural, la Málaga turística, el desarrollo del metro, el aumento de la población y lo que te rondaré morena.

Sí, el taró es muy espeso y no deja vislumbrar lo que esconden estas poblaciones que se han desarrollado junto al mar.  Y suena la bocina de un barco llamado triunfo que navega en paralelo a su valle de lágrimas.

Sergio Calle Llorens


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