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El entrenador
del Málaga, JAL, se fue del campo tras la derrota contra el Leganés con dos minutos de adelanto porque
parece tener un retraso. Retraso para ser técnico porque antes
trabajaba en Ikea. Retraso para tomar las decisiones tácticas que arreglen
sus delirantes planteamientos. Retraso porque es incapaz de ponerse una ropa
que le quede bien con esa bartola inmensa que siempre queda al descubierto.
¿Pero a qué espera su mujer para ponerle a régimen? Curiosamente, el mayor logro
deportivo de José Alberto fue la décima posición del Mirandés en
la segunda división española en la temporada 2020-2021. Y con este pobre bagaje,
Manolo Gaspar, otro que tampoco ha destacado jamás por ser el más listo de la clases, lo fichó para pelear por el ascenso. Y con más fichas y, sobre todo, con más pasta,
sus números no mejoran los de Pellicer del año pasado.
Los gurús
del fútbol en la región de Málaga me dijeron de todo cuando señalé, y en
pretemporada, que con JAL nos íbamos a dar una castaña descomunal. El tiempo,
desgraciadamente, ha terminado por darme la razón y el club lo fía todo a los
fichajes del mercado invernal. En verdad, fue verlo en la presentación de las
camisetas en los Baños del Carmen y sentir un malestar general, como
cuando ves el logo de la Junta de Andalucía y te entran unas ganas
terribles de vomitar. Pero si el ex del Covadonga parecía más despistado que un testigo de
Jehová en la mansión de Play Boy. Y entonces me tragué sus bodrios
de partidos y el caso estaba visto para sentencia: JAL nos lleva al desastre.
Luego llegaron las derrotas fuera de casa porque lejos de La Rosaleda
hace mucho frío y la dolorosísima debacle en copa contra el Majadahonda.
Una humillación que hizo declarar al asturiano que el equipo había sido poco
contundente en las dos áreas cuando, en realidad, el primer tiro a puerta por parte
de los malaguistas no llegó hasta el minuto 75. Del lateral que puso en el
centro del campo no quiso decir nada.
El problema
del Málaga actual es que fue Fernando Hierro el último que alzó
la voz para defender al club en los despachos. El inconveniente es tener a una
afición que no tiene memoria anterior a la llegada del farsante del jeque. Por
eso no recuerda que fue en una delegación andaluza de Hacienda donde se fraguó
el golpe para quitarle la plaza europea a nuestro equipo. Ocurrió en la misma
provincia que obligó al Málaga a tener a un estadio de segunda para no tener
que competir por eventos deportivos de renombre. El contratiempo es dejar el
club en manos de gente tan mediocre como JAL. Un tipo que parece sacado de la película Cateto a babor porque siempre anda presto a llevar a las ovejas a pastar . Ahora el
personal ya sabe lo que este humilde escritor sabía a principios de temporada:
que JAL debe volver a Ikea a montar muebles antes de que los
malaguistas le montemos un pollo de los buenos.
Sergio Calle Llorens
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