Sigo
pensando que un buen malagueño debe siempre miccionar mirando al Palacio de
San Telmo. Da igual quien gobierne. Pero, bien pensado, no deja de tener su gracia que por allí señoree Moreno
Bonilla, boquerón aunque nacido en Cataluña. Un hecho que sigue levantando ampollas en la capital de la taifa
del sur. Si esto fuera una novela yo la titularía “Un polaco en la corte de
Susana Díaz”. En verdad les está resultando difícil ser gobernados por uno que viene de la provincia más rebelde, hoy
motor económico de la autonomía, a la que quitaron la cuenca mediterránea, y a
la que intentaron contentar con un edificio con aluminosis a cuenta de la deuda
histórica. Volviendo la vista atrás es
imposible olvidar tanto agravio con ese Chaves a la cabeza- hoy condenado por los ERE junto a su
compinche Griñán- diciendo aquello de “por lo visto no vine” cuando
le preguntaron por su ausencia tras un grave ataque terrorista perpetrado en la
capital de la Costa del Sol por “los hombres de paz” que hoy apoyan al
gobierno de Sánchez. En otras palabras; Málaga hizo un pésimo negocio
uniéndose al proyecto andaluz por el que puso, no sólo el talento que la llevó
a ser la segunda ciudad industrial de España, sino hasta los muertos.
Sin embargo,
creo que es momento de romper una lanza en favor de la “killer de Triana”.
No, no es que me guste, pero deberíamos mostrar cierta empatía por la mujer
cuyo gobierno terminó de destrozar la sanidad andaluza. Intentemos, ya les
digo, caminar una milla en sus zapatos, que cantaba Elvis Presley, para
entender que ella no quiera salir de la política. Recordemos que el propio Griñán tuvo que convencerla
para que leyera algo. De hecho, le llegó a escribir una lista de
lecturas obligadas. Que lo hiciera es harina de otro costal. Que aprendiera algo, a vista de los resultados, es difícil de creer. Por eso la entiendo tan bien. Por
eso se me antoja imposible imaginarla fuera de las conspiraciones que la llevaron
al poder, las mismas que ahora la quieren apartar de la candidatura socialista
a la Junta de Andalucía. Susana,
sencillamente, no ha hecho otra cosa en su puñetera vida que medrar en la secta
del capullo. Además, no tiene oficio al que volver, ni beneficia a nadie su
presencia en la arena política, y ya huele peor que la novia cadáver. Siendo
justos sólo se me ocurren algunos posibles destinos para la señora Díaz tras su marcha: modelo para anuncios en televisión de comida de caballos, formar un dúo con Spiriman al más estilo Pimpinela, o tertuliana en Cuarto Milenio para explicar el espeluznante caso de bilocación de su esposo que impartió más de cien cursos en diferentes ciudades y al mismo tiempo.
¿Usted por cuál se decanta?
Sergio Calle
Llorens
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