Los seguidores
de Trump asaltando el Capitolio me recuerdan a los personajes de la
matanza de Texas. En cambio, no estoy seguro de si Biden va a ser
proclamado presidente de los Estados Unidos o, por el contrario, está a un paso
de ser embalsamado. Creo que Donald
podría haber ganado la reelección de no haber sido por la pandemia que azota al mundo. Y
es que, a pesar de todo, el país de las barras y estrellas había alcanzado la tasa más baja de desempleo en muchas décadas. Joe, cuyo nombre nos
indica claramente sus intenciones, será un gran presidente porque, estando gagá
como está, será mucho más fácil manipularle. En cualquier caso, siempre me he
manifestado en contra de rodear o asaltar parlamentos elegidos democráticamente.
Y da igual que los que protestan contra unas elecciones democráticas sean los
de Podemos, supremacistas blancos o socialistas andaluzas al ritmo de
las insoportables sevillanas. A un servidor les parecen todos los mismos perros
con distinto collar.
Hay personas
a las que les parece bien prohibir que las azafatas de la Formula 1
luzcan palmito y, hasta aplauden al recordar que estas bellezas hayan perdido sus trabajos. Pero a esta misma gente les parece maravilloso que Cristina
Pedroche salga desnuda posando en la nieve para sus miles de seguidores en
Instagram. A mí, ya lo saben los que me conocen, me encanta ver a mujeres
ligeritas de ropa. Me es indiferente que sean señoritas de pechos nutricios junto
a coches rapidísimos, o la chica de Vallecas con una zanahoria en el culo.
No seré yo quien critique la generosa exhibición
del cuerpo femenino al que admiro tanto.
Los medios de comunicación se declaran contrarios al racismo. De hecho, cualquier
ataque racista a manos de cualquier jubilado en el metro es mostrado en
televisión hasta la saciedad. Empero, la mayoría de los que editan las noticias
calla si el ataque viene de boca de un alto cargo socialista del Ayuntamiento
de Sevilla; ¿Pero tú sabes quien soy yo, Machupichu? Personalmente
ambas cosas me parecen igual de impresentables.
Estaría bien
que usted, querido lector, decidiera de una vez si está a favor o en contra de
las prácticas aquí aludidas. Es momento de tomar partido por la lilbertad. Es
la hora ideal para alejar el hueso del sectarismo. No puede ser que su opinión oscile en función de la veleta ideológica. Mañana es un buen día para abandonar el
fanatismo y abrazar el liberalismo que, como no me canso de repetir, es aquella
corriente ideológica que piensa que el contrario puede estar en lo
cierto y uno ser el equivocado.
Querido
idiota, un escrache es un escrache y da igual a quien se le haga. No es tan difícil
entenderlo. Haga un esfuerzo. ¿Estamos de acuerdo? ¿Sí o no? Decida.
¡Vayamos juntos a buscar la verdad o váyase concretamente a la mismísima mierda!
Sergio Calle Llorens
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