Susana Griso es, y
lo digo en serio, una gran periodista por lo siguiente; para los del timo
del proceso catalán es una españolista, para los centralistas una catalanista
insufrible y, para los de nunca pudieron una señora de derechas de la que, por
cierto, huyen las mamás más conservadoras. Lo diré de otro modo; nadie sabe
cuál es la adscripción política de la de Barcelona aunque, evidentemente, simpatiza con la socialdemocracia.
Ella simplemente expone los hechos y solo toma partido por las causas que le
parecen más justas. Y ahí, obviamente radica su primer problema. Su segundo
contratiempo fue rodearse de unos colaboradores tan grises como el cielo de Madrid en invierno. Unos empleados que, como suele suceder en
estos casos, han ascendido hasta el máximo nivel de incompetencia.
Griso, como buena sabuesa de sucesos, olió la noticia cuando
le presentaron el caso de Nadia cuyos
padres, siempre supuestamente, la han usado para vivir a costa del sudor del de
enfrente. También olfateó una gran
audiencia si tocaba la noticia pero, indefectiblemente, no hacía falta tocarnos
a todos la moral con ese vídeo en el que Susana, y todos sus patéticos
colaboradores, aparecían haciendo carantoñas a la pequeña. El objetivo era
simple; presentarse a la audiencia como unas excelentes personas porque sabe, y
nadie debería ser ajeno a esto, que en la sociedad actual lo importante no es
ser sino parecer. Por eso cuando se supo la verdad del caso, se desencadenó un
pandemonio que, por otra parte, ha provocado que los ánimos de la
presentadora y de todo su paisanaje estén muy soliviantados.
Personalmente entiendo el mosqueo cósmico con los padres de Nadia pero, la presentadora estrella de
Antena3 tiene suerte de no trabajar
para un canal norteamericano porque, si no lo saben yo se lo dejo escrito, ya
estaría de patitas en la calle por haber dado una noticia falsa y sin
contrastar. Algo imperdonable en el
mundo del periodismo.
Me sabe mal escribir
esto de una mujer tan buena persona que es capaz de abandonar en directo su
programa de la tele para ir a cuidar a su madre enferma pero, en lo que al
caso que nos ocupa, debería pedir perdón por su metedura de pata. Y es que en
su caso, llueve sobre mojado.
El periodismo espectáculo se mide en audiencias. Una nadería porque tenerla más larga que un niño de tres años no
significa absolutamente nada.
Sergio Calle Llorens
No hay comentarios:
Publicar un comentario