Los de Málaga
sabemos que Melilla es una
continuación de nuestra tierra o, tal vez, la ciudad del Paraíso sea parte
indisoluble de Melilla. Por eso, a
estas orillas del mediterráneo conocemos bien las cosas de la ciudad hermana
que, desgraciadamente, siempre sale en los medios por asuntos negativos. Hoy la ciudad española ha saltado a los medios por el entierro de Sanjurjo en el Panteón de regulares número 2 tras ser inhumado su
cuerpo de su tumba de Pamplona. Como
no podía ser de otra manea, las hordas de histéricas han puesto el grito en el
cielo; que si en Alemania no
entendería que se le hiciera un homenaje a un miembro del partido nazi. Que es
un insulto a las víctimas del franquismo. A todo ello, por supuesto, quiero dar
respuesta en esta columna.
Comparto la indignación del personal por el asunto de la
ceremonia a la que han asistido autoridades civiles y militares pero no por las razones que algunos estarán
imaginando, sino porque “El salvador de
Melilla” que desembarcó en la ciudad tras el desastre de Annual, hubiera merecido no ser perturbado en su
penúltimo lugar de reposo y, muy probablemente y ya puestos en faena, un
homenaje más sentido de los melillenses a los que socorrió de la amenaza de los
rifeños. Y eso lo escribo aún sabiendo que algunos de mis familiares fueron
represaliados por el franquismo, no pudiendo volver a ejercer la profesión de
maestros. Mi abuelo, incluso, tuvo que aguantar que su nombre en valenciano fuese
transformado en un esperpento.
Sanjurjo fue un
golpista sí pero también lo fue Companys, responsable de muchas muertes
durante aquellos terribles años, y hoy el estadio de Montjuic lleva su nombre. Tampoco eran un desecho de virtudes
aquellos que protagonizaron el fraude electoral a la CEDA que el mismo Azaña reconoce
en sus memorias.
En mi opinión, para un
segmento de la población España empieza
y termina en el franquismo y, todo lo anterior o no existe o ha de ser
ignorado. Con esta lógica aplastante, todo elemento de la biografía de aquellos
que vivieron la guerra incivil española
se les antoja insignificante. Solo se acepta aquello de; “estaba con nosotros o
contra nosotros”. Por ello, que Sanjurjo
salvara con sus soldados a Melilla y
que ganara dos Cruces Laureadas de San
Fernando es moco de pavo, y lo importante es el hecho de que encabezara el Alzamiento contra la República. No
hay más.
Esto de echarse muertos a la cara es muy español y lo de
matarnos como en el cuadro de Goya
más todavía, pero que esta gente consiga, primero que el cuerpo del General sea
sacado de su tumba y, a renglón seguido indignarse porque se le ha enterrado en
un lugar al que tiene derecho es de traca. Tal vez hubieran preferido que
tirasen sus restos mortales al mar desde el helicóptero que lo trasportaba a la ciudad autónoma de
Melilla mientras García Ferreras lo retransmite en la Sexta. Y es que hay gente que sigue
empeñada, además de en hacer el ridículo, en seguir perdiendo todas las guerras aunque
sea ante militares muertos y ejércitos imaginarios.
¡Españoles; Franco ha muerto!
Sergio Calle Llorens
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