A Cervantes el Quijote le salió perfecto. No obstante, considero a Quevedo como el mejor escritor en lengua
española de la historia. El problema que tuvo Don Francisco se le conocía por
muchas otras cosas. Decían, y es absolutamente cierto, que era libelista,
espía, espadachín, pendenciero, rentista, conspirador y, desgraciadamente,
nunca se referían a él como autor serio. Su anhelo de ser reconocido como gran
escritor terminó en fracaso y, tuvo que ser la historia la que puso las cosas
en su sitio.
De vivir hoy, el máximo exponente
del conceptismo español estaría dentro de ese espectro ideológico llamado
nacionalcatolicismo. Además era anti judío y un tipo ciertamente despreciable.
Con las mujeres nunca tuvo excesiva fortuna. Su misoginia explica, en parte, su
escasa fortuna con ellas. Y es que lejos de los prostíbulos, Quevedo era
incapaz de concebir que una mujer pudiera amar como un hombre y, tener el mismo
talento que los machotes. Aún así, nos dejó el más bello poema de amor que haya
podido escribir un hombre;
Cerrar
podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas
no es otra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma,
a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su
cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado
Quevedo consiguió para el Duque de Osuna el virreinato de Sicilia por cohecho
y es en ese territorio donde más a brillar el noble como administrador. Éste se
casó con una sobrina de Lerma que era, a su vez, nieta del conquistador español
Hernán Cortés. Catalina, marquesa y mujer muy brava cuya fortuna salvó al
Duque. Antes tuvo que ganar nombre en los Tercios de España como soldado
llegando al grado de Alférez. Lo que no
consiguió fue culminar el golpe de estado a Venecia. De no haberse portado tan mal como una mujer
inglesa, el complot hubiera triunfado pues fue ella quien los delató.
La conjura está muy poco tratada por la historiografía. Una aventura en la que un grupo de españoles diseña un complot a espaldas de la Corona para hacerse con ese territorio. Dicho de otra manera, segregar los territorios italianos de la corona de España, quedándose la serenísima como su nuevo reino. El abad de San Real escribió en 1674 La Conjura de los españoles contra la República de Venecia que supuso el nacimiento de la novela histórica . El fracaso de la operación trajo la caída en desgracia del Duque de Osuna y, en consecuencia, del mismísimo Quevedo que sufriría ya en España prisión y un intento de asesinato. Solo, triste y fracasado pidió asilo en un convento situado en el pueblo que él creía suyo. Fue allí donde vino a visitarle la parca. De todo ello Manuel Ayllón escribió un magnífico libro titulado Golpe a Venecia. Un trabajo que recomiendo encarecidamente para entender aquel período histórico tan fascinante.
Puede que Quevedo antes de cerrar sus ojos reflexionara, de alguna
manera, sobre las causas que le llevaron a la ruina. Tal vez repescara de algún
rincón de su memoria la falta de tacto y de sutileza con las mujeres que le
llevaron a la ruina más absoluta; imágenes de su hermana, la Marquesa de Agrigento
y la Condesa de Arundel podrían haberle atormentado. Incluso puede que repasara sus pendencias con la
espada. Sus ansias de gloria, títulos y prebendas. No lo sabremos nunca. Lo
único cierto es que solo la muerte le colocó en el lugar más alto de la
literatura aunque, es obvio, era una de las personas más despreciables que
jamás existieron en este Reino. Quedémonos con su pluma pues.La conjura está muy poco tratada por la historiografía. Una aventura en la que un grupo de españoles diseña un complot a espaldas de la Corona para hacerse con ese territorio. Dicho de otra manera, segregar los territorios italianos de la corona de España, quedándose la serenísima como su nuevo reino. El abad de San Real escribió en 1674 La Conjura de los españoles contra la República de Venecia que supuso el nacimiento de la novela histórica . El fracaso de la operación trajo la caída en desgracia del Duque de Osuna y, en consecuencia, del mismísimo Quevedo que sufriría ya en España prisión y un intento de asesinato. Solo, triste y fracasado pidió asilo en un convento situado en el pueblo que él creía suyo. Fue allí donde vino a visitarle la parca. De todo ello Manuel Ayllón escribió un magnífico libro titulado Golpe a Venecia. Un trabajo que recomiendo encarecidamente para entender aquel período histórico tan fascinante.
Sergio Calle Llorens
Al parecer compró la finca de la calle Huertas porque era donde vivía como inquilino su odiado Góngora, completamente arruinado. Consiguió su desahucio y se quedó, como pago de las rentas, con los libros de don Luis, libros que sólo utilizó para quemarlos en la vía pública.
ResponderEliminarLos españoles siempre hemos sido así de hideputas.
Quevedo fue muchas cosas y, entre ellas, un cabronazo de cuidado que escribía muy bien. Un saludo
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