lunes, 23 de marzo de 2015

DECLARACIÓN DE GUERRA


Andalucía es ciertamente una comunidad pero de vecinos malavenidos, chillones en los que todos quieren usar las instalaciones pero jamás, en ningún caso, pagar los gastos del edificio común. A la cabeza, una presidente chillona, mal encarada que permite que su parentela se lleve la recaudación para embellecer sus moradas.
Andalucía es un equipo de tuercebotas que siempre termina última en la regional preferente de las regiones pobres de Europa y, a pesar de todo, sus entrenadores cobran sueldos millonarios y reciben premios de los sufridos aficionados.

Andalucía es un campo de concentración al aire libre donde se concentra el mayor número de patanes de la historia europea. Andalucía es una película de serie B donde pululan los monstruos más variopintos.

Andalucía es la identidad de los incapaces y de los truhanes. Un casino dirigido por unos tahúres acostumbrados a ganar con las cartas marcadas de La Garduña. Andalucía es una cuadra cuyos sementales, aunque se lo montan muy bien, no montan a las yeguas como se espera porque la tienen tan pequeña que ni un mosquito hembra se enteraría de las acometidas.

Andalucía es un manicomio inmenso dirigido por unos dementes peligrosos. Loqueros dispuestos a seguir torturando a unos pacientes muy primitivos que solo aspiran a que les toque la primitiva, y si el importe se le costea la institución en la que están ingresado.

La Andalucía oficial no se le gana usando los medios tradicionales de exponer sus vergüenzas y la corrupción que le sale de sus orejones. No, ni por asomo. A esa comunidad de incívicos vecinos se le gana con nuevos métodos de guerra. A partir de ahora, expondremos a los corrompidos por los corruptos de la secta del capullo. Iremos a exponer sus vergüenzas. No consumiremos sus productos. Boicotearemos sus pueblos con sus fiestas y sus locuras. Publicaremos sus nombres para señalarles con el dedo. En otras palabras, les declaramos la guerra.

Sergio Calle Llorens

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