La pugna clásica del socialismo español entre trabajadores e intelectuales, entre Largo Caballero y Besteiro, siempre ha tenido unos claros vencedores. Del triunfo de los más incapaces, intelectualmente hablando, conducen a lo más alto a tipejos como Diego Valderas. Apostol de una fe cuya criminalidad nadie discute en nuestros días, ejemplo acabado de la pesadilla comunista, pertenece a una rueda de la historia que anda tirada en lo más profundo de una cuneta teñida de sangre. La que los de su secta han vertido con el asesinato de 100 millones de almas.
A Don Diego no podemos aplicarle aquello de que cuando más conocimientos acumulamos, mayor es el tamayo de nuestra ignorancia. Del Sapere Aude del que brota la Docta Ignorantia, de la que hablaba el cusano no explica la verdadera indigencia intelectual del botarate. Lo suyo se entiende por ser un zote que jamás leyó libro alguno como demestran sus continuas patadas a la sintaxis y, sus textos cubiertos de faltas de ortografía. Solo así podemos entender que haya concedido ayudas millonarias a los represaliados del franquismo porque, aunque él no quiera saberlo, muchos de ellos fueron encarcelados e incluso asesinados por las acciones directas del PCE. Para demostrarlo hoy, voy a usar todas las fuentes comunistas que desmotan todo el andamiaje por el que se levanta la casa histérica de la memoria histórica.
El informe Abad fue escrito por Fracisco Abad, laureado militante del PCE, veterano comunista, vinculado a los servicios secretos soviéticos, empezó a escribir el reporte al alarmarse por el número de detenciones de militantes comunistas. La gran mayoría caia en manos de la policía de Franco nada más cruzar la frontera. En principio todo apuntaba, o esa era la sospecha, a una infiltración de los servicios de inteligencia de España en el aparato de Santiago Carrillo. Más tarde, la conclusión del informe, con abundancia de datos, nombres y fechas, es que Carrillo estaba detrás de esas detenciones ya que quería librarse de sus competidores para hacerse con la secretaria general del PCE. La pasionaria condenó a Abad y lo denunció ante el KGB. Fue detenido e ingresado en ua manicomio (psikhushkas) en Korkasova- Moscú- Sin embargo, su esposa hizo llegar la copia al KGB y, tras año y medio de reclusión, fue liberado y le dieron un trabajo en Radio Moscú. Enrique Líster en su libro "Así destruyó Carrillo al PCE" también nos habla de este episodio dando la razón a Abad.
El informe también denunciaba la injusticia que se había cometido con los camaradas Julio Mateu, José Juárez, Segis Álvarez, Luis Abollado, Moncho y otros. Incluso apunta a como Carrillo envió a tres sicarios del PCE para la aniquilación deliberada del maquis. Los sicarios eran José Gros, antiguo guardaespaldas de Carrillo y de Dolores Ibárruri, Felix Pérez y Ricardo Navacerrada. No eran asesinos a sueldo, sino32 AQ2 miembros del Comité Central del PCE. Ellos tres fueron quienes liquidaron a Pepito el Gafas, el cabecilla del maquis en Valencia. Y todo porque Stalin había cambiado de estrategia en lo referente a España.
Otra denuncia fue el caso Comorera. Éste había llegado a España para salvar al PSUC de la escisión. Entonces desde Radio España Independiente se denuncia la presencia de Comorera en el país. Dicho de otro modo, se alertó a la Policía española de que había cruzado la frontera franco-española para que lo detuviesen.
En resumen, son los propios comunistas los que acusan a Carrillo y su gente de depurar, ajusticiar y asesinar a los miembros del movimiento guerrillero. Después, y para consolidar su liderazgo al frente del partido, denunció a miles de camaradas por ser Titistas- seguidores de Tito que se había enfrentado a Stalin- o de Trotskistas. muchos de ellos murieron por las acciones de aparato del partido comunista. Todo al más puro estilo estalinista.
Por eso, hoy que tanto se habla de memoria histórica para sacar rédito político, es buen momento para sacar a la luz la tragedia que encierra el sueño comunista. Unas vivencias que tienen mucho que enseñarnos. Por un lado, esos errores monstruosos de una ideología dañina y criminal que conduce a la más terrible de las pesadillas a todos los disidentes. De otro lado, porque todos aquellos que creyeron en la dictadura del proletariado y sufrieron en sus carnes con Franco, han de tornar sus ojos al PCE y a botarates como Valderas para que, de una vez por todas, ajusten cuentas con los verdaderos responsables de sus desgracias. Dicho de otro modo; las indemnizaciones las debe pagar el PCE y, de paso, los hijos de Carrillo como flamantes herederos de los crìmenes de su padre. Claudin, Líster, Abad, Mije, Antón, Morán, Aguado y tantos otros no dejan lugar a dudas a la hora de apuntar con el dedo a los culpables.
Sergio Calle Llorens
Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
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Hace ya mucho tiempo que la izquierda dejó de ser una ideología que buscaba el progreso y la mejora para convertirse en La Banda del Pernales y de La Porra; tu entrada lo ilustra a la perfección: delaciones, miedo y falta de pegamento ideológico entre unos personajes que nunca respetaron la legalidad vigente. Fenomenal entrada.
ResponderEliminarGracias Alex. Un abrazo.
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