martes, 23 de diciembre de 2014

LITERATURA CATALANA


Soy de la opinión que con una pluma en la mano todos los hombres somos iguales. También con una espada pero, creo, nos igualamos bastante. De mis pendencias con el acero ya conocen algo y, de mis querencias literarias también. Hoy toca algo de literatura y, más concretamente la escrita en catalán. Soy un gran fan de aquellos escritores españoles que narran en esa lengua. Josep Pla decía que la idea de que sólo pueden escribir los literatos es completamente irrisorio. También afirmaba que todos sabían escribir e, incluso leer. El hecho da a la literatura una amplitud prodigiosa. Yo, he escrito algo y he leído mucho. Sobre todo al genio de las letras catalanas. Nadie le hace sombra bajo ningún concepto.

Joaquím Ruyra es un caso excepcional en esa lengua. Un tipo capaz de desplegar una prosa sobre los ojos de sus lectores, como hacían algunos escritores antiguos, las cosas claras, tal y como son. En todas las literaturas, el hecho es muy anormal porque siempre triunfa la literatura de imaginación, que como imaginan, es mucho más fácil que la de observación. En este sentido, Ruya es un escritor impresionante e inigualable. Esas descripciones sobre la mar me abrigan el alma. Su escritura requiere un gran esfuerzo.

Un escritor tiene una responsabilidad con la época en la que le ha tocado vivir y, su obligación es describirla con los adjetivos correctos para que el lector de cualquier tiempo pueda entender. Además, a veces esos mismos escritores, como es el caso de Pla, nos hacen, con sus precisas descripciones, mucho más sabias.

Ayer mismo leía al maestro junto al mediterráneo tras degustar unos mejillones a la marinera acompañado de un vino de Sierras de Málaga. Un blanco de uva atintada muy rico estupendamente acabado. La voz de su prosa mezclada con el rumor de las olas rizadas y sentirme el hombre más afortunado del universo. Un receso en la lucha que, como dijo aquel, es una tarea de hombres. Luchar y ganar es tarea de hombres inteligentes. Y en esa estoy. Hoy la pluma y, mañana, la espada.

Sergio Calle Llorens

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