lunes, 8 de diciembre de 2014

EL DIABLO


María Gámez está cansada de ser una mujer objeto, de burlas, se entiende. Le ocurre en cada reunión de vecinos, en cada posado ante los periodistas. Al final, todo termina en una carcajada general por parte del respetable que no la respeta. Y es así, porque lleva demasiado tiempo tratando de hacerle daño al Alcalde de Málaga para quitarle el bastón de mando. Luego vienen sus propuestas loquinarias y las sonrisas de una sociedad que la detesta por tener, entre otras cosas, el rostro del enemigo que, para despistados, es el de la Junta de Andalucía.

A la hija del farero con menos luces que un barco pirata le podría haber venido bien, digo yo, defender los intereses de Málaga aunque fuera por un día; oponerse a que el gobierno regional andaluz, a pesar de una sentencia del TSJA, en la que permite a Málaga libertad de horarios en los comercios, vuelva a restringir ese derecho usando excusas delirantes. También podría buscar una solución al enquistado problema de los Baños del Carmen, joya malagueña de antaño, cuya competencia corresponde a su bipartito. Nadie, hasta ahora, ha podido explicar que el silencio del gobierno de la República Bananera de Andalucía se alargue tanto en el tiempo. La cosa es tan sencilla, decir si el cambio de accionariado de la concesionaria de los Baños se hizo acorde a ley. Empero, María calla perdiendo el último tren que le quedaba y, éste va a terminar arrollándola.

Su estrategia es apuntarse a cualquier bombardeo mediático que suponga erosionar al regidor de la capital de la Costa del Sol. Y allí acude, pizpireta, demostrando su vulgaridad infinita, su zafiedad y su odio a todo lo malagueño, pero no aporta ninguna solución, ni un plan creíble; lo suyo es entrar en La Casona del parque para colocar a su pareja, ese impresentable que pertenece al clan de La Carolina- busquen lo que tengo publicado de él en este blog- y lejos de ese estrategia, María se pierde y hace perder la oportunidad a los ciudadanos de Málaga. Como a esos 240 ciudadanos en riesgo social que se han quedado sin un programa de empleo por los impagos de la Junta.

Lo de María es un secreto a voces; puede disfrazarse de lagarterana, de moderna con sus gafas último diseño o, si le parece, adoptar la forma del Capitán América pero, al final, todos sabemos que es el diablo en persona. Y de la mano de Belcebú no se puede ir a ningún sitio, de ahí que los malagueños le digan cada día; "Vade retro, Satanás".

Sergio Calle Llorens

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