martes, 22 de abril de 2014

EL MOURILLISMO


La estupidez de esa raza de monos a los que llamamos humanidad se disfraza de muchas formas. La historia nos da muchos ejemplos de ello; ahí tienen a esos nórdicos dejando la fría Escandinavia para asentarse en la helada Minnesota, o a los mismísimos escoceses que pasaban 6 meses viajando hacia los trópicos para terminar viviendo en el punto más miserable de Nueva Zelanda. En realidad, de estupidez no se salva nacionalidad, ni gremio alguno. Miremos al deporte rey en cuyas filas se encuentran la mayor concentración de estúpidos, si exceptuamos a la Junta de Andalucía, claro.

Mourinho, cuyas pataletas cada vez que pierde recuerdan a las de la hija del farero con menos luces que un barco pirata cuando pierde las elecciones, no engaña a nadie en el Reino Unido. Saben que su táctica es, primero, quejarse del calendario y, después, de los supuestos perjuicios arbitrales. Cuando gana él es el único responsable. Cuando pierde, hace gala de su mala educación y torna sus ojos a una confabulación contra sus intereses. A veces es la UEFA, otras Unicef y, casi siempre, las federaciones nacionales. Sus métodos de presión contra los colegiados funcionaron a veces en Italia y en España cuyos campeonatos son mucho más corruptos que el inglés. Especialmente en nuestro país donde una piara de tarados escribe a los dictados del presidente del club conocido como “El Trampas”. Sin embargo en la vieja Inglaterra no hay ni un solo periodista deportivo dispuesto a defender las locuras de un personaje como Mou y su ayudante Farias. En otras palabras, no existe nada parecido al periodismo de bufanda, ni encontraremos a cretinos como Alfonso Duro o Tomás Roncero. Faltaría más.

El Mourillismo es una corriente que sirvió al madridismo para no aceptar la superioridad del mejor equipo de la historia del fútbol; El F.C Barcelona cuya temporada ha terminado en desastre por aquello de que van cayendo las hojas del calendario y los jugadores se van haciendo mayores. El propio Nadal acaba de afirmar tras ser derrotado por David Ferrer que, a partir de ahora, perderá más partidos porque el tiempo hace mella en él y en  todos. Hubiera sido, por tanto, mucho más fácil esperar que tipejos como Rosell o Zubizarreta terminaran de despeñar al Barça en vez de echarse en manos de un personaje tan patético como el luso. Ese que sólo se apunta a las fiestas de cumpleaños cuando él es el niño al que van a repartir el mayor trozo de tarta y que, después, se lleva todos los regalos.

Dios, dijo una vez el payaso portugués, debe de pensar que “soy un tipo cojonudo”  cuando la realidad es que, de existir, haría que Mou se reencarnara en un árbitro malo como Andújar Oliver y de esta manera hacerle sentir todo el daño que está causando el acomplejado entrenador del Chelsea.

Como les decía, la estupidez se disfraza de diferentes formas. Sólo es cuestión de observar bien la naturaleza de las cosas para que, entre otros menesteres, no les vaya a pasar como a un servidor cuando le dije a una amiga en una fiesta de disfraces; “Me gusta tu disfraz de vaca” y me contestó, “perdona no es de vaca sino de Dálmata”. Y es que hasta el mono corroncho más chillón puede ser confundido con un tipo elegante.Y la dama más delgada con un rumiante bóvido. 


Sergio Calle Llorens

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