Mourinho, cuyas pataletas cada vez que pierde recuerdan a
las de la hija del farero con menos luces que un barco pirata cuando pierde las
elecciones, no engaña a nadie en el Reino Unido. Saben que su táctica es,
primero, quejarse del calendario y, después, de los supuestos perjuicios
arbitrales. Cuando gana él es el único responsable. Cuando pierde, hace gala de
su mala educación y torna sus ojos a una confabulación contra sus intereses. A
veces es la UEFA ,
otras Unicef y, casi siempre, las federaciones nacionales. Sus métodos de presión
contra los colegiados funcionaron a veces en Italia y en España cuyos
campeonatos son mucho más corruptos que el inglés. Especialmente en nuestro país
donde una piara de tarados escribe a los dictados del presidente del club
conocido como “El Trampas”. Sin embargo en la vieja Inglaterra no hay ni un
solo periodista deportivo dispuesto a defender las locuras de un personaje como
Mou y su ayudante Farias. En otras palabras, no existe nada parecido al periodismo
de bufanda, ni encontraremos a cretinos como Alfonso Duro o Tomás Roncero. Faltaría
más.
El Mourillismo es una corriente que sirvió al madridismo
para no aceptar la superioridad del mejor equipo de la historia del fútbol; El
F.C Barcelona cuya temporada ha terminado en desastre por aquello de que van
cayendo las hojas del calendario y los jugadores se van haciendo mayores. El
propio Nadal acaba de afirmar tras ser derrotado por David Ferrer que, a partir
de ahora, perderá más partidos porque el tiempo hace mella en él y en todos. Hubiera sido, por tanto, mucho más fácil
esperar que tipejos como Rosell o Zubizarreta terminaran de despeñar al Barça
en vez de echarse en manos de un personaje tan patético como el luso. Ese que sólo
se apunta a las fiestas de cumpleaños cuando él es el niño al que van a
repartir el mayor trozo de tarta y que, después, se lleva todos los regalos.
Dios, dijo una vez el payaso portugués, debe de pensar que “soy
un tipo cojonudo” cuando la realidad es
que, de existir, haría que Mou se reencarnara en un árbitro malo como Andújar
Oliver y de esta manera hacerle sentir todo el daño que está causando el
acomplejado entrenador del Chelsea.
Como les decía, la estupidez se disfraza de diferentes
formas. Sólo es cuestión de observar bien la naturaleza de las cosas para que,
entre otros menesteres, no les vaya a pasar como a un servidor cuando le dije a una
amiga en una fiesta de disfraces; “Me gusta tu disfraz de vaca” y me contestó, “perdona
no es de vaca sino de Dálmata”. Y es que hasta el mono corroncho más chillón
puede ser confundido con un tipo elegante.Y la dama más delgada con un rumiante bóvido.
Sergio Calle Llorens
No hay comentarios:
Publicar un comentario