Nacer en Andalucía es una de las mayores desgracias que le
puede ocurrir a un ser humano. Tal vez los andaluces no necesiten conocer el
infierno de Dante pues ya lo experimentan en carne propia cada mes. Ahí tienen
a los recién nacidos de un hospital sevillano compartiendo espacio con enfermos o, a
esos malagueños que sufren el menor gasto sanitario por habitante de toda la Unión Europea. Resultado de un
régimen basado en el latrocinio cuya presidenta jamás ganó unas elecciones. A
lo sumo, unas primarias cocinadas en el Palacio de San Telmo.
En Madrid una marea, con la que simpatizo, acaba de parar la
privatización de la sanidad y, en cambio, no han hecho nada para que en la
tierra de María Santísima se pare la misma privatización que sufrimos los
ciudadanos del sur. Es la eterna contradicción de la izquierda. Es esa Maribel
Verdú dedicando su premio a los desahuciados y que, veinte minutos antes,
estaba haciendo comerciales de hipotecas bancarias. Podemos concluir que las
cosas son buenas o malas dependiendo quien las protagonice. Es sintomático que
ningún actor español haya tenido a bien protestar por los recortes en la república
bananera de Andalucía.
El socialismo andaluz es teórico y absurdo. Fantasmeo
pedantesco y desagradable que defiende todo lo público para, a continuación,
tener a todos sus dirigentes con seguros médicos y a sus vástagos cursando
estudios en colegios privados. Y mientras lo defiende, nos enteramos que UGT
mandó comprar Casas del Pueblo al PSOE para justificar los escándalos de las
facturas falsas. Susana, por su parte, sigue callada. La prensa andaluza, salvo
ABC y El Mundo Andalucía, sigue muda. El Diario Sur continúa en la campaña de
promoción de Susana Díaz por su visita a Bruselas. Con seguridad no hablará de
los escándalos de sus sindicatos, ni de la lista de enchufados, ni del paro, ni
de la precaria situación de los centros educativos. No, según la propaganda
oficial, nacer en Andalucía es una de las mejores cosas que le puede pasar a
cualquiera. Aquí todo es perfecto porque lo dice Canal Sur, los de la secta de la Rosa y sus turiferarios.
Vivir en una autonomía donde, como sabemos, te roban los del
bipartito, los sindicatos, los empresarios y, por último, los periodistas con
la ocultación de la terrible realidad circundante, no debe sorprender a nadie
que la externalización de la sanidad pública andaluza sea considerada como un
asunto menor por la turba andaluza.
Harto de tanta Andalucía, mi único escape es entrar en la
casa de campo donde puedo pisar un terreno más firme. Penetrar en un refugio
donde se conservan algunos residuos de civilización; libros y la visión del
mediterráneo mientras un olivo luce sus flores blancas que hacen competencia al
manto claro de la Sierra
de las Nieves. La encantadora fluctuación
de la belleza que colocan en la lontananza a esa casta corrupta e indolente. Del
pequeño bosque sale volando un mochuelo
con querencia por esas encinas oscuras y sombrías de hojas perenne. Un lugar
perfecto para esconderse de miradas curiosas durante el día. Y yo, con él, de
todos los andaluces que siguen condenándonos al último puesto de toda Europa.
Sergio Calle Llorens
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