domingo, 23 de diciembre de 2012

FAIRYTALE OF NEW YORK



Guardo en algún rincón de mi dolorido corazón, canciones y baladas que me arañan el alma. Una de ellas es el Fairytale of New York. Interpretada por el cantante anglo-irlandés Shane MacGowan (The Pogues), y la tristemente fallecida Kirsty MacColl.  Es, por derecho propio, el villancico más popular de las islas. La canción narra la historia de un hombre   durmiendo la borrachera en una celda de la comisaría, y en Nochebuena.. Junto al irlandés, un compatriota encarcelado tararea otra balada irlandesa “The Rare Old Mountain Dew”. Poco a poco, el protagonista va recordando una relación fallida con una mujer que, tal vez, le siga recordando en algún lugar de este mundo. En realidad, la canción es un diálogo entre la voz ronca de MacGowan y la armonía vocal de MacColl. Una pieza para perdedores. Un canto a lo que pudo ser y acabó en desastre. Ilusiones que se apagaron por la estupidez o la mala suerte de sus protagonistas.

Anoche, encendí el fuego de la chimenea y, como casi siempre, la habitación fue iluminada por las llamas con sus efluvios de roble y encina. Pronto me invadió una sensación de bienestar. Sin saber muy bien por qué, empecé a canturrear los primeros versos de ese gran tema del que les hablo:

                         It was Christmas Eve babe
                          In the drunk tank
                          And old man said to me
                         Won’t see another one
                          And then he sang a song
                         The Rare Old Mountain Dew
                         I turned my face away
                         And dreamed about you

 Tenía las luces completamente apagadas y, en el fuego, iban apareciendo  los rostros de personas del pasado. Muchas de ellas ya no están ya entre nosotros. Otras, en cambio, desconozco que pasó con ellas. Como se necesitan 40 músculos para arrugar la frente y sólo 15 para sonreír, hice lo segundo y seguí tarareando.

                    The boys of the NYPD choir
                      were singing Galway Bay
                    And the bells were ringing out for Christmas time

Pensé, de pronto, en todas las personas que mañana, en la cena de Nochebuena, estarán solos. Probablemente, pensarán que sus vidas no tienen sentido. En algunos casos, no les faltará razón, pero como casi siempre, hay luz a final del túnel. Maldecirán, en cualquier caso, contra la navidad, como el cantante de The Pogues; Happy Christmas your arse/ I pray God its our last, ¡ Y una mierda Feliz Navidad, le pido a Dios que sean nuestras últimas navidades. A veces, ya les digo, hay que tener cuidado con lo que se desea por si Dios no es del todo sordo. No vaya a ser que, en verdad, sea la última navidad con amor.

Todos, de alguna manera, hemos sido protagonistas de esa canción. Víctimas del destino por no haber calculado los riesgos de alguna empresa. Sin embargo, tras la esquina de alguna ciudad está esa oportunidad en forma de trabajo, amor o ilusión, que tanto anhelamos. A mi me lo recuerdan las gaitas y tambores de la policía neoyorquina en navidad, junto al fuego. Un acto primitivo que conservo de nuestros ancestros, mejorado por ese himno de perdedores. Canción y rito, todo junto, que me permiten recordar que mi vida, aunque llena de fantasmas, ha sido, hasta ahora, simplemente maravillosa. ¡Cuestión de no rendirse, supongo!

Sergio Calle Llorens



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