En España hay tres tipos de políticos; los que practican
abiertamente el latrocinio institucionalizado, los que contratan a sus
familiares para que lo practiquen en su nombre y, por último, los que
se enteran de todos los hurtos por la prensa. Pertenecer a uno de esos grupos no es
excluyente de formar parte de los otros dos. En el fondo, todos sufren la enfermedad de la incontinencia verbal y el trastorno de la cleptomanía. Sin embargo,
por muy impresentables que sean los padres de la patria, son nuestros políticos, y cuando una dictadura
bananera condena a alguien como Carromero a cuatro años en prisión por homicidio imprudente, a mí me entra la vena liberal, que no patriótica.
Durante el juicio, la fiscal cubana Isabel Bárgaza atribuyó
al político español toda la responsabilidad del accidente en el que fallecieron
Oswaldo Payá, líder del movimiento opositor cristiano de la isla, y Harold
Cepero que también pertenecía a ese grupo. Afirmaba que Ángel, al que califican
de demonio al volante, circulaba a gran velocidad y no hizo caso a la señal
que informaba de que esa parte de la carretera estaba en obras. Durante el
juicio, al que no pudieron asistir los familiares de los fallecidos, no se dijo
nada de los intentos previos de asesinato del señor Payá, ni del SMS que supuestamente
mandó el español a uno de sus familiares afirmando que habían sido empujados
por otro coche. Tampoco se mencionó que la bloguera más famosa de Cuba, Yaoni Sánchez,
no pudiera informar sobre el accidente. Cosas de vivir en un país con ausencia
de libertad.
Si el juicio se hubiese celebrado, pongamos por caso en
Holanda o Suecia, yo no habría movido un músculo para escribir unas líneas en
defensa de militante del PP, del que desconozco si es culpable o inocente. No
obstante, me veo en la obligación de poner en tela de juicio el proceso que ha
culminado en la condena de nuestro compatriota. Como ustedes comprenderán, no
puedo fiarme de un régimen criminal y comunista, valga la redundancia. Incluso,
habría optado también por la vía del silencio, si hubiese visto un gran número
de manifestaciones en España pidiendo su liberación inmediata, o en su defecto,
un juicio justo. Sin embargo, ninguna de las dos opciones ha sido considerada
por una gran mayoría de españoles que, por lo visto, ven en Carromero a un
hombre culpable. Tal vez no de conducción temeraria, pero sí por el simple
hecho de ser de derechas.
Estoy convencido de que si Carromero, cuyo apellido en
cubano viene a significar el que sólo sabe llevar carros antiguos, hubiera sido
condenado por un régimen de ultraderecha, estilo Pinochet, la progresía
española hubiera convocado manifestaciones de repulsa, los actores se hubieran
colocado su chapita solidaria en las solapas y, como no, el señor Llamazares, cuyo nombre
familiar simboliza el que no le llama la inteligencia, hubiese desplegado una
pancarta alusiva en el hemiciclo: Todos somos Carromero.
De tal forma que hoy me he visto a defender a un tipo al que
no conozco, y al que jamás me entrarán ganas de hacerlo, pero es que siempre me
han gustado las causas perdidas. Sé que la izquierda española tendría un gran
aliado en mí, si una dictadura militar encarcelara a Manuel Chaves por un
presunto delito. Entonces, el que aquí suscribe saldría a la calle a gritar por
la libertad de uno de los políticos más inútiles en la historia de occidente. Y
esa es la diferencia esencial entre esos sectarios que salen muy guapos en los
cuadros de Goya, y un servidor. Por la libertad, como dijo el bueno de Don
Quijote, se puede y se debe aventurar la vida. Lo malo es que para esa izquierda, Carromero es un homicida, y Aznar el fascista que colocó el árbol contra el que se empotró el coche aquel maldito día.¡Vaya que no hay libertad que valga!
Coda: Si vale mi experiencia, les diré que jamás vi una señal indicativa en una carretera cubana.
Sergio Calle Llorens
Evidentemente, en el paraíso cubano que tanto aman prohombres españoles cómo Bardem, Llamazares o Sabina, todo es oro para gente muy de izquierdas, que se ha hecho muy rica a base de explotar mentalmente a mucho tonto útil. Por ello, la progresía española andará haciendo palmas con las orejas, primero porque la infalible justicia del Gallego ha funcionado y, segundo, porque ha metido en el talego, donde se va a arrepentir profundamente de ir a Cuba durante lo que le queda de vida, a un militante de la derechona recalcitrante.
ResponderEliminarNo es por nada, pero desde el primer momento se veía venir lo que iba a pasar y en el momento de ser detenido ya tenia su sentencia dictada.
Un saludazo.
Una cosa que no he mencionado es que tardaron más de cuatro horas en llevar a los heridos al hospital, lagarto, lagarto.
EliminarSaludos