NINFOMANÍA ALEMANA

Mientras espero que la primavera me cure el invierno, una noticia ha arribado a mi mesa en forma de sonrisa. Verán, un alemán de 43 años conoció en un bar a una dama cuatro años mayor que él, y tras los primeros escarceos, todo terminó en el tálamo para disfrutar de la alegre jodienda. Vaya, lo habitual en la gente de nuestra edad. Lo curioso es que tras una larga noche de pasión, la tudesca pedía más guerra. Ya ven, mientras unos en España practican el Hale Manita, otros disfrutan con las alemanitas. Finalmente, su furia uterina le llevó a encerrar el pájaro del afortunado en la vivienda. La policía tuvo que rescatar al hombre de las garras de esa Diosa del amor De ahí que haya sido acusada por la fiscalía de Munich por privación de libertad y acoso sexual.


Imagino que las redes sociales estarán tildando de ninfómana a la muniquesa protagonista de la noticia. Total por querer seguir disfrutando de los placeres del sexo. Sin embargo, yo reconozco que soy un gran admirador de mujeres de tal calibre; esas maravillosas hembras que siempre piden más, porque sencillamente no tienen bastante. ¡Vaya igual que muchos de nosotros! Y no por ello nos tildan de putos. Es la típica lógica masculina de acusar a la mujer de nuestra propia condición. Las mujeres promiscuas, la frase no es mía, en cualquier caso, buscan reconocimiento, placer, autoestima, amor y cariño. No hay nada malo en ello. Los hombres perseguimos lo mismo. Eso sí, hay personas más fogosas y otras, para variar, tienen témpanos de hielo entre las piernas. Mujeres que pueden ser llamadas Poca Juntas, y hombres que desconocen que la lengua sirve para algo más que para insultar a las mujeres que ponen el alma cuando se entregan. Sí, ya les digo, yo prefiero ese tipo de mujer, que a aquellas que en las distancias cortas se comportan como la novia cadáver. Y es que la necrofilia no es lo mío.


En el fondo todos respondemos a aquella vieja canción de los maestros de Liverpool; “All you need is love”, aunque haya diversas formas de amar. Hay señoras que les encanta enamorarse de un hombre y que éste les regale flores y bombones, y yo prefiero, qué esperaban, a una mujer que me folle bien, que después yo ya le regalaré las flores y los bombones nos los comemos juntos. De cualquier forma, me espanta que gran parte de la ciudadanía pase por la vida como la vieja del visillo. A todos esos que siguen pasando por la vida más pendientes de las acciones del prójimo que de sus propias necesidades, decirles que tienen el cerebro comunicado con el culo, y cada vez que piensan en los otros, la cagan.


Coda: Amigos hombres, la pasión por destruir la reputación de las mujeres es, a veces, inversamente proporcional a vuestra estupidez manifiesta.


Sergio Calle Llorens