lunes, 5 de marzo de 2012

LA ISLA DE LOS NAUFRAGIOS II


A cuatro cañas de mi casa se encuentra el restaurante elegido por Eva para invitarnos por su cumpleaños. Tiene unos ojos verdes que parecen haber embotellado rayos de luna. Ojos que embrujaron años atrás a su marido Adán, que arriba a la comida en compañía de sus hijos y de su hermano Marcos. Éste es conocido por todos como el preservativo, pues acude a todas partes con un gorro en forma de punta que emula a un chubasquero sexual. Es un tipo callado que por alguna razón que desconozco, me tiene en gran estima. Entre sus hazañas, destacaría el haber dejado a su novia plantada en el altar al enterarse que tenía más cuernos que un saco de caracoles. También, como olvidarlo, recuerdo el día en el que me recogió para la boda de su hermano en un Renault ocho amarillo al que previamente le había arrancado el techo para hacerlo descapotable. La cosa no tendría nada de particular, si obviase el detalle que en el coche iban Adán y Eva en el día de bodas, y yo de copiloto. Eva nunca le perdonó aquella humillación y que estrelláramos el auto contra una valla por aquello de que nuestro ángel de la guarda andaba despistadillo.



Conocer los pensamientos de Marcos es como intentar saber de dónde coño vienen los vascos; imposible vaya. Además es tan parco en palabras que a veces me parece estar en presencia dell correcaminos. Eso sí, luego no deja de sorprenderte cuando abre la boca y suelta la maldita. El otro día, sin ir más lejos, nos dejo atónitos recitando versos de Zorrilla mientras le regalaba a su querida cuñada- a la que detesta- unos geranios. Eva lo miró con toda la frialdad que pudo mientras trataba de encajar el golpe. Cuenta la leyenda que a la mujer de los ojos de gato, se le mueren todas las plantas que le regalan. Unos dicen que es por falta de riego, otras porque les pone canciones de Bisbal. Sea como fuere, la pobre aunque nos ha pedido encarecidamente no regalarle flores por su cumpleaños, seguimos sin hacer caso a sus pretensiones. Con esos antecedentes, nuestros encuentros para yantar están siempre llenos de miradas asesinas y comentarios despectivos. Y todo ante la desesperación del bueno de Adán que clama al cielo como Don Juan en la escena X del acto cuarto del tenorio.



A pesar de todo lo anterior, Eva nos dice que podemos ir pidiendo lo que queramos, pero sin pasarnos. Yo que ya me veía con una lubina ante mis bigotes, me conformo con una fritura malagueña que tampoco está nada mal. El vino, un blanco, es de su elección. Pero ni el líquido hace derretir a Eva que pone cara de asco cada vez que su legítimo le estampa un beso. En ocasiones, uno piensa que algunas mujeres tienen témpanos de hielo entre los muslos. Idea que comparte, sin reservas, mi amigo el profiláctico que sentado a mi lado se desespera al escuchar a su cuñada decir a los niños que no pisen la arena de la playa. Entre dientes, murmuro que como no vayan levitando los niños tienen difícil lo de no andar por el componente esencial del litoral. El tiempo trascurre entre conversaciones que versan desde la política hasta la brevedad del tiempo. Tras la copiosa comida, llegan las copas y la llamada de la suegra de Adán. Acaba de presentarse en el domicilio familiar sin avisar. La serpiente bíblica exige que alguien acuda a casa porque quiere ver a sus rapaces. Y allí acude Eva a su encuentro llevándose a las criaturas.



El resto de la tarde es una sucesión de recuerdos sobre los tiempos que se fueron. Hablamos, ahora sí, sin tapujos y hasta Adán parece haber vuelto a ser el hombre que una vez fue antes de suicidar su personalidad con el casamiento. Incluso bromea con la camarera de escote generoso que nos alegra la sobremesa. En un momento dado, el profiláctico le pregunta a su hermano qué vio en Eva para casarse con ella, qué le hizo abandonarse a una persona tan fría. Me sorprende su locuacidad y el ser tan directo. Adán lo manda a freír monas y yo guardo silencio recordando a mujeres que pasaron por mi vida con las intenciones del turco. Yo sé que el amigo Adán se enamoró de la arpía un día de ambiente iluminado, fresco, dulce y cautivador en el que los ojos de ella destellaban más que brillaban. Los oigo discutir pero mi mente se ha vuelto a perder en las brumas de mis recuerdos. Ante mí aparecen los rostros de las mujeres que amé o creí amar alguna vez. Mis pensamientos son interrumpidos por una pareja de gays muy amigos nuestros que han parado a saludarnos. Uno de ellos dice que “tiene un hambre atroz” y yo le digo diciendo que tal lo que tenga es un hambre atrás. El paseo se llena de carcajadas. Dejamos marchar a nuestros amigos los honrados come-almohadas y seguimos hablando sobre los arcanos femeninos. Eva llama a cada hora exigiendo la vuelta de su legítimo hasta que aprovechamos su visita al baño, para desconectarle el teléfono.


La media noche despeja el paseo pero muchas familias no se retiran hasta la una de la madrugada. Medito bajo la pálida luz de la luna sobre esas relaciones que tuve en el pretérito. La culpa es de Adán que va enumerando los nombres de mujeres a las que yo ya tenía olvidadas. En la distancia suena el tañido de una guitarra, las campanas de la iglesia y el susurro de las olas besando su playa. La brisa nos acaricia en un ambiente casi mágico. En ese momento, no quiero estar en otro lugar, ni en otra compañía. Aquellos dos tipos me hacen recordar el hombre que un día fui. Alguien guiado por un corazón con unas ganas locas por vivir. En aquellos años, más que de un país a otro- que también- viajaba a través de épocas, culturas, mitos e ideologías. Quería descubrir los secretos del mundo mientras el resto de la humanidad dormía. Mi forma de entender la vida me hice cabalgar por el mundo de una forma diferente y especial. Un peregrinaje donde veía la afirmación de mi libertad como hombre. Entonces mi mochila estaba prácticamente vacía. De pronto, tuve la convicción de que tenía que volver a vaciarla si quería seguir creciendo. De un plomazo me juré borrar de mi mente los últimos meses de mi existencia. En este nuevo viaje, debo partir sin lastre alguno. Pensaba en ello cuando la isla secreta de los naufragios apareció bañada por los rayos de la Diosa Noctiluca. La figura recortada de su castillo en ruinas le daba un cierto aire fantasmagórico. La magia del lugar me convocaba a su presencia. Por segunda vez, estuve tentando de zarpar en mi barca para llegar a ella. Sin embargo, comencé a andar con una segunda convicción en mi cerebro, había llegado la hora de comenzar a vivir de nuevo. Dejé a mis amigos y a la isla de los naufragios para deshacer el camino andado. Llevaba en mi regazo la maceta de geranios que Eva no había aceptado como regalo, y una sonrisa dibujada en los labios.



Sergio Calle Llorens

11 comentarios:

  1. Yo no soy de Málaga y por eso no estoy seguro de si la isla existe o no. Los textos y las fotos que pones son una pasada de verdad.

    Un fuerte abrazo de Donosti.

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    1. Gracias campeón desde esta parte del mediterráneo.

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  2. Sobre todo las de las mujeres, jejejeje. Ah otra cosa, para cuando las coplillas amigo Sergio?

    Carlos

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  3. Me ha agradado mucho leer esta entrada. Como siempre mezclas la ironía con las anécdotas divertidas, incluso se puede vislumbrar algo de amargura en tus palabras.

    La isla de los naufragios parece ser un sitio imaginario o inventado por el escritor al que visitar cuando la pena aprieta. yo hace años creé un bosque encantado al que también visitaba cuando vivía momentos de angustia y zozobra. El bosque estaba habitado por seres fantásticos que me sacaban el dolor de dentro. A veces creo que los seres humanos necesitamos alguna isla a la que escaparnos alguna vez aunque sea imaginaria.

    UN NUEVO DIEZ SERGIO CALLE LLORENS

    CLAUDIA

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    1. Muchas gracias por tus palabras Claudia. Tienes razón, a veces tenemos que crear una isla mágica o un bosque encantado para volver soportar la existencia. De cualquier forma, la isla de los naufragios existe y no sólo en mi imaginación. Tal vez algún día te lleve a visitarla.

      Besos

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    2. Claudia: Contigo al fin del mundo, te tomo la palabra, ya sueño con visitar la isla de los naufragios en tu compañía.

      BESOSSSSSSS

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  4. Sergio Fa molt que no ens manes cap text en català teu a la revista o per al taller de lectura. Seria un plaer meravellós poder tornar a reiniciar aquesta col·laboració. Des de fa un parell de mesos preparem un curs d'iniciació a l'escriptura i comparem textos d'autors que puguin escriure en diverses llengües. Si no t'importa, et demano permís per usar alguns d'aquests textos escrits en anglès, espanyol i català per al curs.

    Ja em dius.

    Una abraçada des de Barcelona,

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    1. És cert amic, ja fa molt temps que no us remeto gens. La vida, sento escriure-ho, m'ha portat per rumbs que no esperava. De qualsevol forma, és increïble que jo escrigui millor en català que molts dels vostres autors, perdona la falta de modèstia.

      Fa uns mesos vaig iniciar uns textos en la llengua de Verdaguer alguna cosa gòtics i encara estan sense corregir. Intentaré acabar-los i te'ls envio. També et vull autoritzar a usar qualsevol text en espanyol o anglès escrits pel meu. No fa falta que em demanis autorització per a això, ni per a aquest curs ni pels quals vengen. Ja saps que amb mi no és difícil arribar a un acord en temes relacionats amb l'escriptura.

      Bé ara et deixo que tinc feina.

      Una altra abraçada

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    2. Y si eres malagueño por qué escribes en catalán?

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    3. Escribo en las lenguas que sé, amigo mío, pero eso no afecta ni a mi condición de malagueño y mucho menos a mi españolidad. Las lenguas deberían servir para comunicar, y no para separar.

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