lunes, 16 de mayo de 2011

MARÍA GÁMEZ Y LOS CATÓLICOS

El sol empezaba a declinar sobre la bahía de Málaga y las lentes del faro destilaban destellos de ámbar y escarlata en la mar. Un mundo de reflejos evanescentes danzaba lentamente frente a mí. Caminé despacio para volver a casa hasta que se alargaron las sombras y la noche llegó fielmente a su cita. Estaba feliz hasta que un amigo me llamó para decirme que María Gámez- candidata del Partido Sevillano, Oligárquico y Español en Málaga- acababa de llegar con todo su séquito al Cementerio Inglés- cámara y vídeo incluidos- y se colaron sin invitación en el concierto que se organizaba en ese lugar con motivo de la noche en blanco. La excusa, Gámez siempre tiene una, era que ella había prometido acudir a ese acto hace mucho tiempo. Y entró, como suele, sin ser invitada por nadie. La verdad es que mientras mi amigó me contaba la cosa, yo sonreía al otro lado del teléfono. Podía sentir como su indignación iba en aumento. Traté de calmarlo diciendo que esa chica había acudido al lugar correcto aquella noche. Al fin y al cabo, ella también huele a cadáver- político se entiende- De cualquier forma, los socialistas siguen empeñados en tener unos privilegios y prebendas por el simple hecho de llevar encima el carnet del partido. Aplican, como no podía ser de otra manera, su peculiar manera de entender la libertad. Una libertad basada en aquella máxima de la novela de George Orwell; Libertad en la Granja, en la que unos animales son más iguales que otros. Los cerdos de aquel libro eran aquellos comunistas que disfrutaban de las mejores viviendas y los mejores manjares. Por el bien del pueblo, claro está. Menudo sacrificio hacían. Por eso, María y sus familiares siguen viviendo de la teta andaluza, por nuestro bien y por el del planeta tierra.



Unas horas más tarde leo que María ha vuelto a meter la pata afirmando sin rubor alguno que los populares irán a las urnas después de acudir a misa. A veces pienso que a esta chica la campaña electoral se la está haciendo algún enemigo tenaz. Olvida la hija del farero con menos luces que un barco pirata que ella, sí ella, estudió en un colegio de Monjas en Málaga capital gracias a las becas de las monjitas. Y no, como se cansa de repetir, porque un personaje anónimo le pagara los estudios. A este paso, la candidata pazguata nos va a revelar un día que su madre la bautizó con el nombre de María porque fue concebida por el espíritu santo. Huelga decir que María no se habría atrevido a realizar declaración alguna de los populares si la religión mayoritaria de éstos fuese la musulmana. Pero claro, la Gámez es casi tan cobarde como un equipo de Mourinho jugando en el Camp Nou. Criticar a la iglesia o a los católicos sale gratis. Esto lo dice alguien como yo, cuya única relación con la iglesia romana son los tronos de la semana santa malagueña. Sin embargo, me molesta que se ataque desde todos los frentes a la religión mayoritaria de los españoles. Y nadie ose abrir la boca para criticar la situación de la mujer en la religión de Mahoma. Huelga decir que las declaraciones de Gámez se enmarcan en ese intento socialista tan pueril de identificar a la derecha con posiciones radicales y a los de izquierda con el progreso. Vienen a decir, nosotros somos muy los buenos, representamos el progreso y el raciocinio. Ellos son los malos, los retrógrados. La luz frente a la oscuridad. El bien frente al mal. La vieja canción de siempre. El rival político es el enemigo. Sin duda, a estos caraduras les parece atrasado elevar una oración a dios en la mañana. Un asunto imperdonable para la niña que estudió en el muy católico Colegio de El Monte. Yo, que no soy amigo de la iglesia y sus obispos, y la idea de dios me resulta difícil de entender, he de añadir que cada mañana repito aquella oración del General Eisenhower: “Señor protege a los míos hasta que se alarguen las sombras y llegue la noche”. Pues eso que nos proteja de gente tan lerda y escasas miras como María Gámez. La misma que a estas horas el lunes estará notando el fuego del infierno al que le habremos condenado los malagueños en las elecciones municipales.


Coda: A María Gámez no le importó lucir palmito en las cofradías malagueñas en la pasada semana santa. Los católicos, no eran entonces, esos seres despreciables. Todo por el voto. De ahí el toque de campaña y las sonrisas en casa del “enemigo”. He de recordarle a la ex Delegada del Gobierno que hay que ser consecuente en la vida. Yo, nunca he aceptado las invitaciones de mis amigos madridistas para visitar el museo blanco. Como ven todavía quedamos algunos con principios.


Sergio Calle Llorens

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