lunes, 23 de mayo de 2011

ADIOS MARÍA GÁMEZ

Escuchaba a Rubalcaba cantar números cuan niño de San Idelfonso cualquiera. Aquello más que un canto, era una letanía punzante y dolorosa porque los socialistas habían sido barridos de toda España. Un tsunami electoral, una debacle sin paliativos ni paños calientes. A los chicos y chicas del capullo, verdaderos responsables de la gestión de la crisis, solo les quedaba invocar el fantasma de Humphrey Bogart en Casablanca; “Siempre nos quedará Paris”, porque la capital francesa sigue siendo socialista. De los pirineos hacia abajo, la marea azul ha conquistado todas las plazas importantes. Los de la gaviota han cruzado el Rubicón y ya vislumbran sus estandartes victoriosos en la próxima cita electoral.


En Andalucía, hasta Sevilla y Córdoba ha caído por el embrujo de un partido hasta ayer perdedor. El resto de capitales de provincia también han sido conquistadas para la causa. En Málaga, la hija del farero con menos luces que un barco pirata cosechó los peores resultados electorales de la historia del PSOE. El PP obtiene 123.655 votos y gana en todos los distritos. María Gámez a la que la inteligencia le persigue pero ella es siempre mucho más rápida, se pregunta cómo ha podido perder tres ediles y 22.221 votos respecto a las últimas elecciones. Por no ganar, no lo ha hecho ni en Carretera de Cádiz. Por eso, hoy, con una gran generosidad por mi parte, yo se lo voy a explicar en mi último artículo sobre la ex Delegada del Gobierno andaluz.

“Querida María”

Por primera vez te enfrentabas a la posibilidad de ser elegida a un puesto político que no fuera a dedo. Y claro, era momento de demostrar tu valía. Al electorado le quedó claro que eres lo que la hamburguesa a la alta cuisine, lo que el vino Don Simón a los buenos caldos de España. Y mira, que has contado para arreglar tu imagen con el apoyo mediático de todos los voceros de Málaga, de canal sur y de los pesos pesados de tu partido- que tampoco ayudan- el último te vino de la traidora del pueblo saharaui. Lo vuestro en el último día de campaña fue bautizado por los malagueños como “Dos tontas en apuros”. Por otra parte, tus propuestas electorales han sido delirantes, propias de una mente que vive en los Mundos de Yupi. Mi favorita fue la de promover a Málaga como ciudad mundial de la paz, que como todo el mundo sabe, era la solución a los problemas de paro que aquejan a Málaga. El socialismo ya no es solo la filosofía del fracaso y el credo de la ignorancia o el evangelio de la envidia. Ahora, gracias a ti, lo es también de la ideología atocinada y lerda.



Además de todo lo expuesto, quiero añadir que tu ocupación ilegítima de la Delegación del gobierno, tampoco te ha ayudado en exceso. Allí montaste tu oficina electoral en compañía de tu hermano. Málaga supo a través nuestra que vosotros no sabéis hacer la o con un canuto fuera del paraguas de la Junta. Por otra parte, están los intentos de tu partido por llevarse el Thyssen a Sevilla. Tu arrogancia y tu maldad para con Málaga, pues te recuerdo perlita del Guadalquivir que siendo tú Delegada no volvió a destinarse un euro de los Fondos Feder a Málaga. Por no hablarte de que guardaste en un cajón el Plan Guadalmedina. En definitiva, quiero decirte Marquesa del engaño y la estulticia que te has ganado a pulso el sambenito de judas. Y Málaga no paga a traidores. Así que te hemos dado, en consecuencia, una sonora patada electoral en tu hediondo trasero. Y lo hemos hecho con mucho gusto.



Finalmente me gustaría parafrasear a Groucho Marx con aquello de “no me olvido de ninguna cara, pero con la suya, haré una excepción”. Sí, porque pienso sacarte de mi mente en cuanto termine de escribir este artículo. Al fin y al cabo ya eres “Caro Data Vermibus”, es decir, carne para los gusanos. Serás para algunos, un mal recuerdo, una pesadilla inmunda, una perfidia interminable. Y un espectro que camina entre las sombras, al que deseo una reencarnación en forma de parada de larga duración en su próxima vida. En resumidas cuentas, un fantasma que ya no podrá hacernos más daño, y del que apenas escucharemos el chirriar de sus cadenas. Las mismas que se ganó a pulso.


Hasta nunca


Sergio Calle Llorens

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