lunes, 28 de julio de 2025

¡BILLY JOEL; EL PIANO QUE NUNCA SE APAGA!


 

Billy Joel pertenece a esa estirpe extraña y escasa de músicos cuya obra no envejece, sino que madura con nosotros. Basta escuchar los primeros compases de For the Longest Time o Uptown Girl para que el tiempo retroceda, para que uno vuelva a ser aquel adolescente que no entendía el mundo pero sentía que alguien, en algún rincón de Nueva York, sí lo entendía por él.

Billy Joel nació en 1949 en el Bronx, pero su música, como él mismo, siempre pareció mirar hacia otro sitio: hacia los bares pequeños donde sonaba un piano desafinado, hacia las avenidas llenas de humo y rock de Long Island, hacia las historias mínimas de gente corriente que amaba, perdía, soñaba. Su voz no era perfecta, pero era sincera. Y eso fue más que suficiente para crear un legado.

En los años ochenta, cuando el pop se llenaba de sintetizadores y moda efervescente, Billy Joel hacía algo muy distinto: se sentaba frente a un piano y hablaba de lo que duele, de lo que se añora, de lo que se ama aunque no dure. For the Longest Time no es solo una canción a capella; es una carta que nunca se envió. Still Rock and Roll to Me no es solo un guiño irónico al paso del tiempo, sino una declaración de principios: que la música, cuando es honesta, nunca pasa de moda.

Pero fue con Uptown Girl cuando muchos comprendimos lo que era la melancolía luminosa. Aquella historia imposible —el chico de barrio enamorado de la chica perfecta— nos hablaba de nuestras propias ilusiones, de esos amores que soñamos, que rozamos, que a veces perdimos y que otras veces ni siquiera nos atrevimos a intentar. Hay algo en el ritmo alegre de la canción que contrasta con una cierta tristeza de fondo, como si la felicidad también pudiera doler cuando sabemos que es fugaz.

Billy Joel dejó de grabar discos de estudio en 1993. Podría decirse que se retiró antes de tiempo, pero quizá simplemente entendió que ya había dicho todo lo importante. Desde entonces, ha seguido tocando en directo, llenando estadios como quien llena un templo. Porque para muchos —y tal vez tú seas uno de ellos— sus canciones no son solo canciones. Son refugios.

Hoy, mientras el mundo gira con una velocidad vertiginosa, mientras todo parece efímero y ruidoso, hay quienes aún volvemos a The Stranger, a Vienna, a Scenes from an Italian Restaurant, buscando ese pellizco en el corazón que nos recuerde que una vez fuimos otros, y que Billy Joel ya lo sabía.

Quizá por eso su piano sigue sonando, invisible pero constante, en alguna parte de nuestra memoria.

Sergio Calle Llorens 


No hay comentarios:

Publicar un comentario