domingo, 15 de diciembre de 2024

¡800.000!

 



Más de ochocientas mil visitas a este blog y yo con estos pelos de Mocker. Algunos años ya dándole a la tecla. Un tiempo que ha dejado algunos huecos insustituibles en la mesa, algunas alegrías y hasta sangrantes sinsabores. El oficio de junta letras tiene sus riesgos y el caminar por el apasionante mundo de la crítica casi me cuesta la cárcel.  Como le decía Stendhal a Merimée escribir no es apuntar, escribir es tirar. El escritor tira con adjetivos. Tirar bien, acertar el golpe justo, equivale a encontrar el adjetivo preciso.  Yo he apuntado y he disparado en el corazón de una sociedad que apoyaba la corrupción de la mafia del sur. He pagado un precio altísimo por recelar de las certezas demasiado autonómicas al tiempo que menospreciaba a los borregos. Sigo pensando que lo más parecido a un fascista no es un conservador sino un comunista. Sigo sintiendo que el fanatismo es para los rebaños y el igualitarismo, el socialismo, el ecologismo a ultranza y el islam son formas de este tipo de pensamiento radical.

 En este tiempo he constatado que las autonomías significan poder aplicar el latrocinio institucionalizado con la excusa del patriotismo local que está asociado, y en todos los casos, a la cursilería más espantosa y delirante. Si las primaveras árabes terminan siempre en crudos inviernos islamistas, la secta del capullo sigue en su primavera de adueñarse de lo que no es suyo. Más de una década para constatar que el mal líder no es el que toma malas decisiones sino el que no toma decisiones en absoluto. Yo tomé la decisión de empuñar la pluma y defenderme de un mundo marcadamente hostil. Lo hice con la vana esperanza de reconciliar al lector consigo mismo e invitarlo a ser lo que es y no lo que se espera que sea. Sin duda, he fracasado, pero ha sido francamente divertido. El tiempo, juez implacable, colocará a cada uno en su sitio.

Sergio Calle Llorens

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