martes, 17 de febrero de 2015

50 SOMBRAS DE GREY


Estoy convencido de que si yo hubiera escrito 50 Sombras de Grey, tendría que haberme escondido en algún recóndito lugar para no ser asesinado por una pléyade de feministas furiosas.  En fin que esa relación entre Anastasia Steele y Christian Grey que, para colmo es millonario, se basa en los deseos del hombre de no tener ningún vínculo con su amante más allá del sexo y el sadomasoquismo.  El mismo se presenta de la siguiente manera en la novela: " I am a very wealthy man, Miss Steele, and I have expensive and absorbing hobbies". Y ya les digo que los tiene, luego vienen esas escenas de sexo explícito porque, seamos claros, hoy las metáforas no venden nada al sufrir de anemia sus creadores.
Me he leído el primer libro para poder hablar del fenómeno literario de los últimos años. La verdad es que la novela es una auténtica basura hecha, muy especialmente, para aquellas mujeres atrapadas en aburridas relaciones. Féminas muy mal folladas que siguen sin hacer realidad sus fantasías.  Sueños húmedos con hombres a los que desean; malos arrogantes capaces de llevar la voz cantante para hacerlas sufrir de verdad. Gatitos que se convierten en tigres y felinos que se transforman en machos elegantes con toques sofisticados.

Desde un punto de vista masculino, el libro puede ser de gran ayuda para conocer lo que uno mujer desea de verdad. Sin embargo, desde una perspectiva literaria solo se puede concluir que la literatura del momento, al menos la de los grandes éxitos, es de tercera división.

Grey proyecta unas sombras inquietantes en el asfalto por el que caminan las mujeres. Contornos oscuros de sueños incumplidos. Penumbras penosas de muslos poco mordidos. Umbrías rutinarias a manos de torpes amantes. Entoldamiento de vidas sin pasión.  Nubes de bocas que desconocen que la lengua se usa para algo más que para hablar. Y todo bajo el eclipse de uno de los libros más patéticos que jamás se hayan escrito en la historia de la literatura mundial. Esa obra que ensalza a un tipo de hombre al que todas decían detestar hace un cuarto de hora, apenas sirve para interrogarnos sobre las millones de mujeres que se han masturbado leyendo sus páginas. Y es que la que no se consuela es porque no quiere.

Sergio Calle Llorens

No hay comentarios:

Publicar un comentario