lunes, 28 de octubre de 2013

LOU REED

Lo extraño no es la muerte de Lou Reed sino que haya tardado tanto en hacerlo. Caminó muchos años de su vida por el lado salvaje y, fueron tantos los excesos, que el milagro es que haya llegado a los 71. Admirador de Poe, el líder de la Velvet Underground escribió algunos de los mejores himnos de la historia del Rock and Roll. Para la posteridad quedan.

El primer álbum que escuché de él, fue el Coney Island Baby, con temas que aún hoy me siguen arañando el corazón. Sin duda, aquella canción que hablaba de aquella niña que se lamentaba de que nunca pasaba nada hasta que conectó con una emisora de Rock and Roll y, su vida cambió para siempre. Esa música mestiza nacida de la mezcla de ritmos blancos y negros con su sabor a destilerías ilegales que alejaron el tedio de las vidas monótonas. Cuando la escuché por primera vez, supe que había llegado a casa, que a partir de ese momento, podría fallarme todo pero el Rock and Roll sería el amigo que jamás me fallaría. Ha estado ahí en los peores momentos, en los lugares más sórdidos cuando nada más tenía sentido. Recuerdo una noche en un bar llamado Side Car en compañía de tipos que vestían de cuero y que, entre otras cosas, aspiraban a ser tan duros como Reed. Pandilleros habituales en la parte que sube a Pedregalejo alto. Memorias de juventud, bandas sonoras de mi vida que me han seguido hasta aeropuertos lejanos o estaciones en medio de la más absoluta soledad. Recuerdo cantar el Rock and Roll de Lou Reed en un bosque de Finlandia o en estación de Bayswater en Londres. A solas o acompañado por la hermandad de los rockers de todo el mundo. Se fue el hombre, nos legó su música y sus poemas urbanos. DEP

 Sergio Calle Llorens

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