sábado, 3 de agosto de 2013

ESCOCIA 2014

Muchos nacionalistas catalanes esperan que el referéndum por la independencia de Escocia del Reino Unido sea ganado por las huestes de Alex Salmond. En verdad, quieren copiar el modelo escocés para  aplicar su derecho a decidir. No obstante, Cataluña no tiene nada que ver con Escocia por más que se empeñe el líder de Esquerra Republicana con su cara de gonorreico crónico. Así que hoy les voy a relatar algunas de las diferencias entre ambos territorios:

 Escocia fue un reino independiente cuya historia ha estado marcada por la lucha contra su vecino del sur. Robert de Bruce consiguió la independencia de su país intentando crear una federación de reinos celtas bajo su dominio, fracasando, obviamente, en el intento. La batalla de Culloden- 1745- en la que Prince Bonnie Charlie tuvo que huir disfrazado de mujer, fue el último intento de romper con las armas con la Pérfida Albión.  Recordemos que tras el acta de unión, Escocia había unido su destino al de Inglaterra en 1707. Sin embargo, siempre ha gozado de una educación diferente, de un sistema judicial diverso y de estructuras de poder propias. En definitiva, los escoceses nunca perdieron su condición nacional y su referéndum servirá para decidir si la continuación de Escocia como nación sigue vinculada a Inglaterra o no. Escocia, por lo tanto, ha sido, es y será una nación con todas las de la ley. Otra cosa bien distinta es que todos los que conocen la tierra de William Wallace afirman que hay tres países en uno. Por un lado, encontramos a las tierras bajas - Lowlands- con grandes intereses comunes con el norte de Inglaterra. Por otro, tenemos las tierras medias- Midlands- con su parla escocesa y, finalmente, nos topamos con las tierras altas- Highlands- lengua gaélico escocesa que proviene del irlandés- ambas lenguas son goidélicas- y cuyas tradiciones están fuertemente vinculadas a la isla verde. Por no hablar de las islas Orkney cuyos habitantes se sienten escandinavos.

Cataluña, en cambio, no fue jamás un reino independiente por más que se empeñen sus historiadores pagados de cabecera en presentar su unión con Aragón como una confederación catalana-aragonesa. La casa de Barcelona se extinguió en 1150 cuando el Conde Ramón Berenguer se casó con Petronila, hija del rey de Aragón, Ramiro el Monje. La señera hace referencia a esa familia reinante pero nunca al reino de Cataluña porque no existió como tal. Sencillamente no encontraremos ningún país europeo que haya firmado acuerdos con ese supuesto reino porque no existió más que dentro de la propia corona de Aragón. Tras la unión del reino con Castilla, los catalanes no han dejado de ser españoles. Huelga decir que en su territorio no se puede aplicar ni el derecho de autodeterminación-nunca fueron colonizados por nadie- y mucho menos el derecho a decidir en un referéndum separarse de un territorio a no ser que el resto de sus compatriotas, es decir nosotros, se lo permitamos. La guerra de sucesión no fue de secesión como si ocurrió en Escocia con los intentos de los Jacobitas de romper sus vínculos con el vecino inglés.

Escocia votará sin inmutarse demasiado en su referéndum. Puede que se sientan más escoceses que británicos y, también, es posible que el zorro de Salmond juegue bien la baza de la sentimentalidad para ganar finalmente la partida. Empero, estoy convencido de que triunfará el sentido común y saldrá el no en la consulta. En cualquier caso, y decidan lo que decidan, seguirán siendo escoceses. En cambio, los catalanes son por historia; catalanes de España. Ni Quebec, ni Kosovo, ni Escocia, son un buen ejemplo para seguir con su hoja de ruta.

Sergio Calle Llorens

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