ANDALUCÍA EN EL PLEISTOCENO

La humanidad ha podido avanzar a lo largo de la historia gracias al pacto que hombres y mujeres sellaron en tiempos inmemoriales. Por dicho pacto, cada uno de ellos se comprometía a aportar su sapiencia por el bien de todos. Los que se les daba bien la caza, se convertían en cazadores. Aquellos que tenían habilidad con la pesca, nutrían de peces al poblado. Y, por supuesto, los que eran capaces de construir casas o tejer vestidos que les protegiera de los fríos inviernos se afanaban en la tarea. Luego, todos los conocimientos adquiridos debían ser enseñados por maestros a las nuevas generaciones para que esta memoria ancestral no se perdiera. Precisamente eso es lo que explica el fracaso andaluz.  El pacto no funciona porque los mediocres hacen como los que saben nutrirnos con carne, dándonos gato por liebre.

Aquí los que destacan son apartados por miedo a que descubran cuan inútiles son nuestros gobernantes. Concejales o Consejeros controlando millones de euros del presupuesto sin haber dirigido jamás una empresa privada. Mujeres controlando la cultura sin saber que Dixit es un verbo latino y no dos ratones de dibujos animados. Directores de metro que son biólogos sin ninguna experiencia en el tema ferroviario. La humanidad andaluza sigue, como ven, anclada en el pleistoceno.

La autonomía ha dado pie a un sistema atroz que aupa a las mentes más grises de nuestra sociedad a los puestos de más responsabilidad. El andaluz que vale tiene que marcharse pues no tiene cabida en sociedad semejante. Es lógico que todos los disidentes que discrepan con la corrupción de tres décadas de poder socialistas se vean como enemigos. Saben que si en Andalucía existiera alternancia de poder, ellos perderían, y para siempre, la única forma que tienen de ganarse la vida; la estafa.

Aunque todas las comparaciones son odiosas, hemos de estar de acuerdo que la autonomía ha fracasado porque estaba hecha a imagen y semejanza de una pandilla de patanes. Si los judíos avanzan porque trabajan duro y les dan a sus hijos la mejor educación posible, los andaluces prefieren vivir como si la globalización fuera de otro mundo u otra época, apostando por un sistema educativo sacado de la mente de tres o cuatro zangolotinos. El trabajo duro no va con ellos, eso, según los cómicos de Canal Sur es algo raro de japoneses o catalanes. Y si en todas las equiparaciones perdemos, en vez de fijarnos en países como Dinamarca que podrían servirnos de buen ejemplo, por poner un caso europeo, los ojos de los dirigentes andaluces se vuelven a Venezuela o Argentina. Sociedades bananeras camino de la más absoluta de las ruinas.

Andalucía no puede prosperar porque le falta un pueblo, y le sobran medianías intelectuales con menos sentido común que la gran mayoría de los lactantes. En Andalucía, sólo hallamos luces en los aviones del aeropuerto de Málaga cuando los aparatos despegan de noche con miles de jóvenes que se marchan hartos de la madrastra andaluza. Al ver brillando las lucecitas de la Capital de la Costa del Sol piensan; ¡qué se metan la bandera verdiblanca, Blas Infante y Canal Sur por donde les quepa!  Espera Alemania, Escandinavia o Estados Unidos. El futuro donde el pacto de la humanidad sigue funcionando razonablemente bien. 

Sergio Calle Llorens