martes, 11 de diciembre de 2012

LA LEYENDA DE ROBERT JOHNSON


Cuenta la leyenda que Robert Johnson vendió su alma al diablo en el cruce de la autopista 61 con la 49 en Clarksdale- Misisipi, a cambio de interpretar el blues mejor que nadie. El Rey del Delta Blues tuvo una corta existencia rodeada de misterio. De él sabemos casi tan poco como de Jesucristo.  El ánima que se llevó Belcebu nos dejó 29 canciones que han influido en todos los grandes guitarristas del mundo. Su técnica de guitarra se basaba en la evolución del estilo de Son House, con glisandos y contrapuntos de la mano de un compás 4/4. Fue el gran maestro de la guitarra slide que consiste en deslizar sobre las cuerdas un tubo metálico para conseguir un sonido sinuoso y amenazante.

El Blues nació de la desesperación de los esclavos y, a mi juicio, enlaza con el flamenco que surge de la insoportable idea de lo efímero de la vida. Músicas con alma sufrida que navegan por los azarosos mares de nuestra existencia. El Blues tuvo un hijo bastardo al que llamaron Rock and Roll. Una música que siempre acude a mi rescate cuando las olas me estrellan contra la Isla de los Naufragios.

A veces cuando la oscuridad vence, por fin, a la luz, me gusta sentarme junto al fuego y escuchar el Crossroads de Robert Johnson como ejemplo fundamental del Delta Blues. Las llamas de la leña proyectan imágenes caprichosas en mi salón, y yo, aunque les parezca mentira, siento la presencia de ese bluesman fallecido en agosto de 1938. Es una visita que  me estremece con cada uno de sus malditos acordes. El propio Johnson murió en extrañas circunstancias, unos apuntan a un marido celoso que lo envenenó, otros a la sífilis, e incluso hay quien señala al mismísimo Satán que vino a asegurarse que el de Misisipi cumplía con lo pactado. Tampoco tuvieron fortuna aquellos guitarristas que osaron interpretar Crossroads muchos años después. Dicen que Crossroads está maldita; Erin Clapton, Lynyrd Skynryd and la Allman Brothers Band experimentaron la pérdida de seres queridos en muy extrañas circunstancias.

Puede que no me crean, pero les invito a escuchar el Crossroads con las luces apagadas para que puedan entender lo que aquí les dejo escrito.  Les aseguro que hay algo extraño y, por supuesto, cautivador, en esa forma de tocar la guitarra. Antes de hacerlo, recuerden que Johnson trabajo sin descanso para perfeccionar su técnica con el instrumento que tanto amaba. A veces, junto a su buen amigo Willie Brown, se sentaba en las tumbas de viejos cementerios para entonar melodías a la luz de la luna. En tombstone Shadow aprendió a perfeccionar su Slide Techinique mientras bebía cerveza. También allí fue donde compuso su “me and the devil”. Un diablo que terminó de reclamar su alma a los 27 años de edad. Les aseguro que después de escuchar el Blues de Johnson, nunca más volverán a detenerse tranquilo en un cruce de caminos.

                                   I went to the crossroad
                                   Fell down on my knees
                                   I went to the crossroad
                                   Fell down on my knees
                                   Asked the Lord above Have mercy now,
                                   Save poor Bob, if you please

Sergio Calle Llorens

No hay comentarios:

Publicar un comentario