martes, 6 de marzo de 2012

LOS TONTOS DE FACEBOOK


Todos arrastramos una sombra por la vida. La llevamos incluso hasta después de haber abandonado el cuerpo. Algunos, desgraciadamente, proyectan una figura bañada en la estupidez más absoluta. Antaño, estos personajes se avergonzaban de ella y la escondían como un topo en las entrañas de la tierra. A día de hoy, sin embargo, el topo se ha convertido en lobo que muerde a cualquier síntoma de inteligencia. Ya no les asusta hacer el ridículo ni con sus palabras, ni con sus actitudes, especialmente desde que existen las redes sociales.



Entiendo que mi opinión hoy va a ser tan popular como un concierto de reggae en un congreso del Ku Klux Klan. Sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría usa las redes sociales para demostrar que el hombre procede del mono, y el tonto de Facebook de los neardentales. Ese tipo o tipa que diría Bibiana Aído que a cada segundo te coloca una frase ocurrente que, normalmente, jamás salió de su cabeza. Sentencias lapidarias como ¡Be Proud of who you are! Que viene a decir que si eres idiota, sé orgulloso de esa condición que, por otra parte, comparten otros tontos como tú. Una de mis favoritas es aquella que dice que no importa lo que la gente diga de ti, lo importante es lo que te digas a ti mismo. Les puedo asegurar que a todos los notas que están en Facebook les importa, y mucho, lo que piensen los amigos imaginarios de ellos. Siguiendo con las frases del libro de las caras es aquella de; live as if you were to die tomorrow. Una propuesta por vivir cada día a tope, que aunque quede muy bonita, a nadie se le ocurre ponerla en práctica. Más que nada porque están muy ocupados haciendo ver al resto de mortales lo patética que son sus vidas.



También destacan esos bobos que mandan felicitaciones de cumpleaños o invitaciones para jugar al Farm Ville, o City Ville u otras chorradas por el estilo, que al parecer, son muy entretenidas para la comunidad de simios virtuales que tienen pocas virtudes.



Otra cosa sorprendente son las fotos. Llama la atención el fuerte carácter exhibicionista de las mujeres. Parece que tuvieran la necesidad de enseñar sus encantos cada media hora. Algo que como hombre agradezco. Sin embargo, no llego a entender que se molesten cuando el primer salido de turno pone un comentario algo subido de tono. Ya saben, “quien fuera pirata, pero no por el oro ni por la plata sino por el tesoro que tienes entre las patas”. En fin que entiendo que las mujeres de todas las edades necesitan ser amadas para ser bellas, y por eso exhiben sus cuerpos lozanos, pero luego que se atengan a las consecuencias. Porque, sin ir más lejos puede que las dichosas instantáneas terminen en el ordenador de su jefe o en un calendario porno. Habría que añadir que siempre que se enseña más de la cuenta, hay un riesgo. Yo mismo he sido testigo de ello cuando con 12 primaveras corría por el jardín de casa en pelotas. Aquella visión, tengo entendido, provocó el lesbianismo de mi vecina y que su hermano pequeño se metiera a gay.



Pero si grave es lo de las fotos, no lo es menos lo de contar cada cinco minutos lo que están haciendo. “Hola, no puedo atenderos porque ahora estoy en el baño, so far so good”. Como ven, una vez pisada la moqueta de la estupidez es muy difícil, por no decir imposible, bajarse de ella. Porque digo yo, que a quien coño le importa, y sin perdón, que Manolita esté en la ducha o retozando en la playa con el gordinflas de su novio. A mí como si se lanzan por un barranco, o se tiran a un mono. Lo peor, es que del trayecto del baño al ordenador atacan de nuevo; “La felicidad es un trayecto, no un destino” o “no hay malos momentos solo hay etapas de aprendizaje”. Ya te digo, yo aprendí mucho el día en el que aquel demente gato negro hijo de puta se cruzó en mi camino, y luego me cruzó la cara. Aprendí el camino a urgencias y que los gatos tienen todas las enfermedades del mundo.



Facebook, por tanto, no es una empresa de capital sino de riesgos para la salud mental de sus usuarios. Teniendo en cuenta que defiendo que la estupidez es contagiosa, he decidido reducir al mínimo mi presencia en el libro de las caras. Después de todo, la única razón por la que me uní al sitio fue para saber si mis ex novias estaban celulíticas. Ahora que conozco la respuesta, afirmativa por cierto, puedo irme con la música a otra parte. Ya empiezo a sentirme mucho mejor.




Sergio Calle Llorens

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