sábado, 7 de enero de 2012

LOS CELTICS DE MÁLAGA


El gran jugador de los Celtics de Boston, Larry Bird dijo que si das el 100% todo el tiempo, de alguna manera las cosas acaban saliendo bien al final. Precisamente fue esa máxima la que ha acompañado a un grupo de malagueños en la creación y dirección de un club como Baloncesto Málaga. Escuadra que también viste de verde nacida de la fusión de dos clubes de la ciudad de Málaga que militaban en la ACB; Caja de Ronda y Málaga Maristas. Los primeros ya fueron subcampeones aunque bien pudieron salir campeones si la canasta de Ansley hubiese besado la red de aquel maldito aro. Muchos años después llegó la revancha ante el Barcelona con un triple de Pepe Sánchez a siete segundos del final. La victoria supuso la primera final a cuatro en la historia del club. De los chicos de Maristas, Baloncesto Málaga aprendió a no dar nunca un balón por perdido, a dejarse la piel y a no dejarse ni un centímetro hasta que la bocina suene.


Los éxitos de los malagueños comenzaron con un subcampeonato de la Copa Korac en la temporada 2000 para obtener el campeonato a la temporada siguiente. Con Bozidar Malijkovic en el banquillo se dio un verdadero salto de calidad. Pero sin duda, la copa del Rey venciendo al Real Madrid en la final en la temporada 2005 fue algo grabado a sangre en el corazón de los Celtics de Málaga. Al año siguiente, conseguían la liga ACB derrotando al Tau de Vitoria. Era la guinda al pastel que durante años comenzaron a preparar personas con un sueño en su cabeza: Ganar o morir en el intento.


Además de todos los éxitos obtenidos con el equipo senior, hay que hacer especial mención a las categorías inferiores de Baloncesto Málaga. Las mismas que le dan al club el título de mejor club deportivo de Andalucía. Un modelo a seguir que ha sido imitado por otras provincias del sur con muy poco éxito. Me llevaría más de 500 páginas explicar las causas que han llevado a nuestro club a ganarse el respeto de todos, tanto en España como en Europa. Algo, todo hay que decirlo, que ha suscitado muchas envidias y ninguneo por parte de las autoridades andaluzas. Como ejemplo ilustrativo, recuerdo como los partidos de la Euroliga en la primera participación del club, eran retransmitidos en diferido porque preferían emitir el programa “Lo que yo te cante”. Aquello que daba el cante, motivó aún más si cabe a una plantilla harta de ser ninguneada por la Junta de Andalucía.


Por eso cuando desde otras provincias se preguntan del secreto de tanto éxito deportivo, la respuesta es muy simple. Aquí hemos gozado de nombres como Queipo de Llano, Pesquera, Imbroda, Scariolo, Monsalve y un largo etcétera. Gente que sabía que en Málaga se respira baloncesto como en cualquier ciudad con mar, que es por donde vienen las ideas nuevas. En nuestro caso, fueron los norteamericanos de la Navy los que trajeron el gusanillo de la canasta. Y desde entonces nuestros niños no han parado de practicar. Lo hacen con sol, bajo la lluvia y en cualquier circunstancia adversa. Aprenden desde muy pequeño que el liderazgo es pelear por un balón perdido, tener a todo el mundo involucrado. Ser capaz de asumir y delegar. Saben que es la única manera de obtener el respeto de sus compañeros. Por eso, cuando algún equipo de Sevilla intenta el asalto de nuestro pabellón, o mojarnos la oreja en el suyo, el orgullo verde sale a relucir como en las mejores ocasiones. Hasta la fecha el baloncesto Málaga ha sido el único club capaz de remontar un 2-0 en los play off finales. Que pregunten en Alicante. Ese pundonor vestido de verde que les llevó a eliminar al primero clasificado de la liga regular; El Real Madrid, cuando los nuestros habían acabado octavos. Otro logro sin precedentes en la historia del basket español.


El Baloncesto Málaga es, por tanto, el orgullo de Málaga. La querencia por las cosas bien hechas. El gusto por el trabajo. La fidelidad a unos colores. El amor por una tierra que presume de ser la primera en el peligro de la libertad. Una apuesta por ser mejores cada día. Una convicción absoluta en nuestras posibilidades. Un no dejar jamás algo para mañana. Un empeño en triunfar. Un volver a levantarse cuando has besado la lona. Un club, en definitiva, capaz de conmover los corazones de aficionados y de rivales. En eso y en mucho más consiste el orgullo verde del Martín Carpena. Un templo sagrado donde la grada espolea y grita para llevar a los Celtics de Málaga al triunfo. Esta filosofía de vida ha conducido que a nuestros chicos de verde se proclamaran campeones del mundo y de Europa con la selección nacional para más gloria del club que los amamantó.



El baloncesto malagueño es un deporte hecho por gente inteligente para personas medianamente cultas. Una osadía cuyo único camino para que las fuerzas poderosas te acompañen. Un entendimiento de la vida basado en la deportividad. Sin embargo, cuando el árbitro echa al balón al aire, los chicos de Unicaja obedecen a una fe inquebrantable en el equipo por encima de las individualidades. En ese momento, ya no caben excusas. Es la hora de la lucha sin cuartel. Pueden perder un partido, pero jamás el orgullo. Saberse miembros de la familia verde les imprime carácter en un juego en el que lo que importa no es quien anote los puntos, sino quien puede hacer llegar el balón al anotador. Por eso y por muchas más cosas, Baloncesto Málaga es lo que es a día de hoy la envidia de toda Andalucía. Tal vez un espejo en el que mirarse para afrontar el futuro, en vez de criticar lo que no entienden. Como tampoco comprenden que el pabellón siempre esté lleno de espectadores portando banderas malagueñas y nunca andaluzas. De alguna manera, la afición huye de la máxima regional de partiendo de la más absoluta pobreza sus enemigos han alcanzado los más altos niveles de miseria. Pero claro, ellos se miran en el reflejo de un río donde puede ver los rostros de Leopoldo Chaves y Juan Carlos Ollero. Estamos ante el triunfo de la voluntad frente a la improvisación con aspavientos. Andalucía podría ser como los Celtics de Málaga, pero eligió vivir bajo el techo de la chapuza.


Coda: Dedicado a todos aquellos que sienten el orgullo verde de pertenecer a los Celtics de Málaga. Ese equipo que jamás se rinde.


Sergio Calle Llorens

3 comentarios:

  1. La épica de baloncesto Málaga es la negación a rendirse por muy mal que se pongan las cosas. Gracias Sergio por este brillante trabajo.

    Laura García

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  2. Absolutamente genial rebelde. Una pasada de artículo me has emocionado.

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  3. suscribo cada una de las palabras con las que defines este juego inmensamente bello. Yo, que no soy de Málaga ni militante de su equipo de baloncesto, tengo que reconocer el disfrute que los malacitanos me han hecho sentir en tantas ocasiones simplemente...por todo lo que comentas en esta gran redacción.

    En el viejo ciudad jardín o en el Carpena se ha paseado mi enorme amor por este juego. Sin ir más lejos incluso en derrotas como la del encuentro de hace un mes más o menos contra el todopoderoso CSKA, a pesar de perder se demostró lucha, garra y calidad, sacando ventaja los rusos sólo muy al final del partido, aunque el CSKA sea demasiado para cualquier equipo.

    Viva el Baloncesto joé!

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