viernes, 19 de agosto de 2011

LAS DIPUTACIONES



Ahora que Rubalcaba habla de suprimir las diputaciones, recuerdo el dilema de Felipe IV. Ya saben, reducir el gasto aún a costa de negociar condiciones poco deseables con sus enemigos o explotar al máximo los recursos del país, con el riesgo de que éste acabase muriendo de agotamiento. Tanto el Conde Duque de Olivares como gran parte de los consejeros del Rey optaron por lo segundo. Por aquel entonces el monarca sólo tenía en la cabeza tres cosas: Caza, comedia y mujeres. Actualmente Rubalcaba tiene en mente poder, más poder y agotar todos los recursos posibles. Lo curioso es que después de tantos años en el gobierno, ahora, precisamente ahora decida proponer suprimir las diputaciones provinciales. Un asunto, por cierto, que agradaría mucho a algunos partidos nacionalistas. El amor que los socialistas por los entes provinciales parece haber acabado en el preciso instante en el que los perdieron. Los de la rosa que saben que trabajar no mató nunca a nadie, pero no se arriesgan por si acaso, andan muy ocupados haciendo propuestas. Quieren, o eso parece, hacer algo parecido como en Italia o Grecia donde se han suprimido ayuntamientos y entes locales. No seré yo quien interrumpa a los socialistas con sus almuerzos en los que nada es en vano, y todo en vino. A fin de cuentas si no ahorramos, España entrará en banca rota. Sin embargo, yo antes de suprimir las diputaciones haría lo propio con las autonomías que no fueran históricas, y dejaría el autogobierno para Navarra, País Vasco, Cataluña y Galicia. El resto podría autogobernarse a través de las Diputaciones Provinciales. A corto plazo sería un agravio pero a la larga las tierras liberadas del yugo autonómico verían sus economías florecer alcanzado un crecimiento superior al de esas comunidades con autonomía. Sería, por tanto, una manera de terminar con el café para todos. Con mi propuesta no es que yo quiera que los andaluces o los extremeños tengan menos poder que Cataluña, sino que tengan más poder sobre sí mismos. Después de todo, los territorios liberados controlarían mejor sus recursos con un ente local más propicio a entender sus necesidades que no con autonomías como la andaluza, ajena a las reivindicaciones de ciertas provincias. De cualquier forma, lo que decidamos ahora sobre la organización territorial de España nos va a afectar el resto de nuestra existencia. Es momento de actuar porque como dijo Gustavo Adolfo Becquer el camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Es momento, por tanto, de hacer frente al sueño de esa mayoría de necios que pretender hacernos creer que el estado autonómico es intocable. Esos que confundieron el amor por la España de las autonomía con una gastritis, y cuando se curaron de la indisposición, se encontraron casados y sin un duro en el bolsillo.


Sergio Calle Llorens

3 comentarios:

  1. No sabia yo que lo del camarón, era del poeta.

    Pero hombre de Dios, como vamos a eliminar la Junta, con la cantidad de chupones que absorben de ella.

    El hermano de, el primo de...

    saludos.

    si me lo permites seguiré por acá.

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  2. Ya ves Pedrohuelva... donde meteríamos al medio millón de funcionarios que tenemos y los enchufaos de las fundaciones y las empresas públicas... a lo mejor soy muy exagerao, pero al 40 o al 50% de paro llegábamos. Y la de gente que se quedarían sin poder hacer chanchullos en plan ERE... no se yo si sería muy buena idea, no?.

    Creo que de la inutilidad de las diputaciones lleva tiempo hablándose, pero lo que huele de todo esto es que las quieran quitar cuando las han perdido.

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  3. Creo que es difícil eliminar la Junta, pero es momento de racionalizar su gasto. En mi modesta opinión, es la hora de dar batalla. Por cierto, bienvenido Pedro de Huelva. Saludos a todos

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