lunes, 29 de julio de 2024

¡LA PESADILLA!

 



Anoche me dormí cuando la luna se alzaba sobre la Bahía Malagueña.  Lo vi todo desde mi balcón por el que transitaba una brisa marinera convertida en un susurro: el peligro ya ha pasado. Podría afirmar, pero me equivocaría otra vez, que yo no he sido rehén de un pasado moribundo. Porque en el pretérito hubo mujeres con las  que compartí hirientes momentos. Criaturas de la noche que se presentan de madrugada  a los pies de mi cama como espectros aterradores. Una  oscura niebla que se resiste a marchar. Sujetos con los que tengo pesadillas y que son incansables en sus intentos de transformarme en algo que nunca fui.

Anoche caminaba en un sueño por las calles empedradas del viejo barrio de pescadores. Ella iba a mi lado recordándome que, según su peculiar escala de valores, está jerárquicamente por encima de mí, pero ambos sabemos que no es superior a mí. Hay una diferencia. A una persona no se la debe juzgar por su posición social sino por sus acciones, y en esas yo le gano por goleada. Más tarde apareció otra fémina tras un edificio embrujado de silencio. Iba vestida con una capa roja que tapaba algo su blanca desnudez.  Creo que trataba de decirme algo en una lengua tan antigua que se me hizo imposible entenderla.  Mejor para todos. Ella en su siglo y yo en el mío.

Cuando desperté en la alborada los jardines olían a tierra mojada por la tormenta que sorprendió a la comarca la noche anterior. En el cielo el espíritu del Pintor Mariscal había cincelado amenazantes nubes negras que se fundían con el intenso azul del mar. Para rematar el cuadro, las aguas se habían vestido de turquesa a poniente de la Torre Vigía. La belleza dejó atrás al terror de la noche.

Ahora puedo gritar sin miedo que las humillaciones sufridas explican mis silencios, pero el fuego arde dentro de mí desde hace muchas lunas.  A veces la fogata se convierte en una llamarada descontrolada porque el Mediterráneo siempre devuelve los recuerdos que sepultamos en él. Pero hoy soy un tipo mucho más fuerte y he aprendido a desviar las naves fantasmas a puertos lejanos.

 Voy concluyendo; es evidente que todo lo que hago, escribo o digo tiene ya sabor a despedida. Por eso hoy pongo el contador a cero y comienzo a vivir el primer día del resto de mi vida.  Soy feliz porque me he convertido en hombre libre y esa será mi condición hasta el último aliento. Apenas me queda añadir que en las últimas luces del crepúsculo se encenderá el rastro de las gotas bermejas que ellas me hicieron sangrar en vida. Prueba irrefutable de sus crímenes.

Sergio Calle Llorens


domingo, 28 de julio de 2024

¡ESPAÑA Y LOS AMARGADOS!

 



España es la única nación del mundo que ha ganado tres competiciones internacionales seguidas; Eurocopa, Mundial, Eurocopa. La única selección de fútbol que tiene cuatro Eurocopas. El selectivo equipo capaz de campeonar tras vencer en el mismo torneo a Italia, Alemania, Francia e Inglaterra. En el último campeonato hemos vencido en la final con un juego espectacular para hundir la nave de la Pérfida Albión y dejar a sus piratas tiritando de puro miedo.

Todos los españoles de bien estamos muy contentos por los logros deportivos que se unen a los de la selección femenina. Los irlandeses y los escoceses lo celebran como si hubiesen sido ellos los que habían derrotado a sus viejos enemigos. Los escandinavos también lo festejan cantando aquello de England is never coming home. Sin embargo, hay un rinconcito que se resiste a abrazar está ola de felicidad y optimismo. Es la tribu de los amargados que halló la fórmula mágica de tocarnos la moral aludiendo al color de la piel de Nico Williams y Lamine Yamal cuando en la selección, el equipo de todos, sólo cuenta el rojo de la zamarra. La paleta cromática es y será siempre secundaria. De hecho, los blaugranas aplauden a Carvajal, los blancos a los azulgranas, los verdiblancos a los blancos sevillistas y viceversa. Por ello, cuando los nuestros alzaron el trofeo de campeones al cielo, algo que pareció dolerles sobremanera, comenzaron a buscar una nueva fórmula para tratar de aguarnos la fiesta. La encontraron con los cánticos de Gibraltar español y las frías maneras de algunos jugadores del equipo con Pedrito Sánchez en el Palacio de la Moncloa. Respecto a lo primero quiero recordar que la ONU considera a La Roca un territorio a descolonizar y en cuando a lo segundo, que se sepa, los deportistas no han leído en ningún sitio, porque no existe, ese manual de modales para saludar en posición genuflexa al Presidente. Y encima, las calles de Cataluña y País Vasco se llenan de banderas nacionales y las celebraciones han sido espectaculares. Esto ya ha sido demasiado para sus corazones de amargados.

A resultas de todo esto, quiero declarar que España es la bendición de Dios en la tierra. El paraíso soñado de los poetas que no está exento de excesos o defectos. El jardín del Edén cuyos encantos embrujan el alma de propios y extraños. El mejor de los mundos. La alegría de sentirse vivos. La cuna de la filosofía hedonista. El hogar de los hombres valientes. La universidad de los genios. La genética del no rendirse ni después de muertos. Deberíamos todos arrodillarnos y pedir perdón al Santo Padre en nombre de esta pandilla de resentidos cuya mayor falta es la de estar ciegos. Además, también hay que darles las gracias porque sin lo amargo, lo dulce no es tan dulce.

¡Hemos ganado y ellos han vuelto a perder!

Sergio Calle Llorens


lunes, 15 de julio de 2024

¡HORIZONTE!

 



A íker Jiménez no le perdonarán jamás haber sido el único periodista español que alertó, y con muchos meses de antelación, sobre el peligro del Covid. Tampoco le perdonarán nunca al de Vitoria haber creado un formato televisivo en el que habla de política. Les hablo de Horizonte que se emite en Cuatro y no del confín que según Yolanda Díaz no saben apreciar los niños de Madrid.

 A Íker le dejan hacer cuando habla de fenómenos extraños, pero la tropa progresista se pone de uñas cuando expone los datos fríos que apuntan claramente a que la mayoría de delitos sexuales contra mujeres los protagonizan extranjeros en España. En verdad, no hay nada más revolucionario que contar la verdad y, aunque finjan no saberlo, es la principal misión de un periodista.

Íker puede gustar mucho o no gustar nada, pero nadie puede negarle que en un mundo que busca respuestas, digo yo, lo más positivo en formular las preguntas pertinentes. En este sentido, las cuestiones que aparecen en sus programas atienden a esta formula que hace progresar, al menos en el mundo libre occidental, al ser humano. Cuestionarlo todo es sano y aumenta las cotas de libertad de cualquier pueblo. Quiero decir que nadie se lleva las manos a la cabeza cuando Enrique de Vicente- el hombre cuya lengua no conoce descanso- expone su visión más heterodoxa de los temas de misterio, pero esas mismas manos ansían los cuellos de Jiménez y de Carmen Porter cuando tratan con visión crítica los temas de la actualidad más candente.  

La progresía no quiere debates sobre asuntos espinosos como la inmigración, la violencia sexual o la corrupción del gobierno. Para hablar de esas cosas ya están los chicos del Grupo Prisa y sus satélites informativos. Ese emporio empresarial que es capaz de criticar las condiciones laborales de los bailarines de Nacho Cano en Malinche, pero olvida que el Ministerio de Trabajo multó a El País con 60.000 euros por el abuso laboral a sus becarios.

El vasco trata de hacerse perdonar trayendo a Horizonte a gente de todas las ideologías, especialmente de medios que le ponen siempre a parir. Mis favoritos son dos; un tal Carmelo que ha llegado a justificar todas las tropelías de la secta del capullo, incluidos los ERE de Andalucía, y una chica muy mona de Lo País que antes de exponer su argumentario nos recuerda siempre que su abuelo era progresista y luchaba por la libertad. En verdad me gustaría que personas como ella dieran el nombre completo del familiar para que los demás pudiéramos bucear en los archivos para conocer, y de primera mano, las tropelías de estos abuelos cebolletas. Porque claro, ellos eran puros y limpios y no fusilaron a nadie en la guerra incivil española. En realidad, esta gente siempre quiere jugar la partida, también de las ideas, con las cartas marcadas, y por eso nos recuerda a cada ratito que ellos son los buenos y hay que perdonarles todo por muy cochambrosas que sean sus opiniones.

 Por otra parte, pienso que ver Horizonte es más farragoso que ver Cuarto Milenio porque el primer espacio une a los amantes del misterio y el segundo desune a estos mismos fans porque no todos aceptan que el otro pueda tener una opinión contraria a la suya y nunca llueve a disgusto de todos.

Por todo lo expuesto en líneas precedentes el capitán de la nave del misterio va camino del Gólgota. No lo lleva nadie porque él camina solito hacia allá con gusto.  Los tiempos han cambiado. Los vientos de la mar se han tornado hostiles e íker debería saber que su fecha de salida de la parrilla televisiva está marcada en rojo en el calendario progre que ve el mundo en términos binarios: buenos y malos. Fachas y progresistas. Blancos y negros.  Después de todo los chicos del baby boom hemos terminado perdiendo todas las guerras por la libertad de expresión y nuestras ilusiones libertarias mueren siempre al alba en una playa malagueña como muy bien sabía el General Torrijos. Hasta entonces, muchas gracias a los que navegan por el azaroso mar de la información en un barco llamado Horizonte.

Sergio Calle Llorens


lunes, 8 de julio de 2024

¡LA MAR!

 



La mar es inenarrable. Cantar su naturaleza se me antoja un ejercicio imposible en el que la pluma, precisa en otros menesteres, se vuelve torpe. Describirla es la forma más corta de protagonizar el más largo de los ridículos. No importa que sea nuestra primera mirada porque siempre, indefectiblemente, los adjetivos no nos alcanzan para describir su belleza. Yo, que vivo en una comarca malagueña en la que el Mediterráneo parece rodearnos con sus aguas azules, hago lo que puedo para plasmar los encantos de estas aguas. Pero no sé explicar la fascinante hermosura con sus atardeceres cárdenos y ese toque malva que hallo por las mañanas. En cada acantilado se presenta una sorpresa, un rugido marino o una brisa callada. A un palmo la bahía y el misterio del taró que asciende hasta nuestros dominios como una planta trepadora. Un diamante cristalino que embruja el alma. Así no hay manera. 

Me dice un compañero del gremio que describir el mar es tan difícil porque no existen los calificativos precisos para explicar un desayuno en el balcón de su casa en la Malagueta junto a imponentes cruceros que, entre otras cosas, amenazan con franquear el salón de casa con sus majestuosas proas. De la misma opinión es Carmen, vecina de Pedregalejo, desde cuyo balcón saltar al mar se le antoja un juego de niños. Afortunadamente, la malagueña no tiene sangre inglesa y no hay peligro de que se abra la cabeza intentándolo. A ella le basta con entender el significado del arrullo del mar y el canto estridente de las gaviotas.

Lo que más me impresiona de estas postales marinas es la suavidad del silencio apenas roto por las olas rizadas. Ahora tocan los baños de verano, de día y de noche, que ya llegará el tiempo de recogernos al amor de la lumbre. De momento, todo es alegría junto a la patria salada y lejos queda la melancólica voluptuosidad de la otoñada.

Sentir la presencia de este mar antiguo y sabio nos hace diferentes y nos convierte, para bien o para mal, en una especie de isla en el sur cuyo istmo parece haber cortado su conexión con las tierras andaluzas. La mar da carácter. La mar sosiega. La mar cuestiona. La mar dicta sentencia y no hace prisioneros porque para cautivos de esta belleza ya estamos los lugareños. La mar lo es todo y los que vienen a perturbar su esencia son la nada más absoluta.

Sergio Calle Llorens