jueves, 2 de enero de 2020

SLEEPY LABEEF


A Frank Sinatra le llamaba la voz porque obviamente no conocían a Sleepy LaBeef. El cantante que ha muerto con 84 años a sus espaldas. Un tipo de dos metros que tenía, además de Rock and Roll corriendo por sus venas, una enorme  generosidad de la que han hablado, y muy bien por cierto, Loquillo y Carlos Segarra.

 Le llamaban El Toro y atesoraba un profundo conocimiento de los ritmos del sur de los Estados Unidos: swing, country, boogie,  blues, honky tonk. No había tema que no conociese. No había canción que no supiese interpretar. Era, por resumirlo en una frase, un karaoke andante.  De hecho, the jukebox era su segundo apodo. 

Cuenta la leyenda que trabajaba en Houston en 1955 cuando vio una actuación de Elvis Presley. Fue su epifanía porque desde entonces supo lo que quería hacer el resto de su vida: entretener con su guitarra al ritmo de la mejor música que inventó jamás el ser humano.

Grabó para compañías como Dixie, Wayside y la filial de Columbia en Nashville. En esos estudios conoció al que sería el biógrafo del Rey del Rock and Roll, Peter Gurasinick. Éste dijo de Sleepy que era la conexión con el espíritu festivo de la década de los 50 de la centuria pasada. 
Los españoles tuvimos algunas ocasiones para saborear su directo. El concierto en Madrid en 1987 y sus actuaciones en la Rockin Race Jamboree de Torremolinos dejaron claro quien era el Dios del Rockabilly.  Y eso que nunca tuvo un gran éxito pero se redimía en cada uno de sus bolos. Parecía decirnos que mientras él estuviera en el escenario, el Rock and Roll viviría para siempre.  Un maestro del Rock más canónico que, entre canción y canción, le hacía un buen corte de manga a esos críticos infumables que tanto dañaron su carrera como artista.

Sleepy, que nos dijo oficiosamente hasta luego con un documental llamado “Sleepy LaBeef rides again” grabado en el estudio B de RCA, se marchó oficialmente de este mundo hace unos días. En el cielo lo esperaban Buddy Holly, Elvis y Eddie Cochram. Los tres Reyes magos del Rock and Roll que, como imaginan, ya son cuatro con la llegada del gigante de Arkansas.  A mí sólo me queda decirle aquello de  Rock on fat man.
 
¡He will never be forgotten”

Sergio Calle Llorens

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