sábado, 4 de enero de 2014

LA ACTITUD

No confundas nunca mi personalidad con mi actitud. Mi personalidad es quien yo soy, y mi actitud se basa en quien eres tú. Teniendo en cuenta esa distinción, soy capaz de tomar mi espada y acuchillarte o tirarme al mediterráneo para salvarte el pellejo. Por eso, espero que no vuelvas a confundirte con respecto a mi persona.

La actitud es lo que cuenta al fin y al cabo. Entrar en una sala para tratar de forma elegante a quien lo merece pero, por supuesto, de manera despiadada si la ocasión lo requiere. No soy un santo y mi personalidad es muy compleja, pero antes de saltar siempre doy un aviso previo. Cuando junto la actitud con la aptitud, todo me ha de ir bien en la vida. Soy de los que piensan que Dios siempre bendice a los valientes. Repito; no vuelvas a confundirte.

Por eso, cuando veo a un periodista poniendo en evidencia la reunión de asesinos etarras que causaron 309 muertes y, esa chusma es incapaz de plantarle cara a un solo hombre, me doy cuenta del camino que hemos de seguir como individuos y como país. A los nacionalistas vascos y catalanes no se les gana con la razón en la mano, se les vence con la actitud, con la valentía de pararte en seco y decirles a los ojos: por aquí, no pasas.

Hoy hubiera sido más fácil que los medios de comunicación españoles no hubieran retransmitido esa danza macabra de la muerte, porque el problema no es que haya gente que apoye la existencia de países imaginarios estilo Euskal-Herria, sino que tengan un altavoz para difundir su nacionalismo de campanario.

Mi personalidad está atemperada por todos los libros que he leído. Defiendo que los demás puedan tener ideas diferentes. Empero, no se trata de que todos seamos iguales sino del derecho a ser diferentes sin que haya discriminación alguna. Mi actitud ante los nacionalistas es de desprecio y, siempre que puedo, los ignoro, pero cuando me topo con ellos, no acepto ni la denominación de estado español a mi nación, ni la de castellano a la lengua que hablamos todos. Por no hablar de lo que haría si los nacionalistas catalanes alcanzasen la independencia porque, aunque no lo sepan, tendría que intervenir la ONU y sus inútiles cascos azules ante la limpieza étnica que esa gente acometería.

El precio que la gente paga por ser cobarde siempre es mucho mayor a la larga. Y ya es hora de que el pueblo español se entere de lo que sale el bajarse los pantalones ante esa gente. El día en el que la rueda de prensa de la Generalidad sólo tenga la presencia de los medios catalanes subvencionados, Artur Mas deja de tener, ipso facto, de la publicidad que necesita para subsistir.

Llevo años escuchando a supuestos gurús de la comunicación diciendo que tomar una actitud demasiado frontal con los nacionalistas, duplica el número de independentistas. Y es justo lo contrario porque, como saben los valientes, es cuando les haces frente cuando ellos saben que no podrán echarte de la calle. Son nacionalistas y lo serán siempre pero, con toda seguridad, la actitud valiente les hará retroceder a la época de la que salieron; Atapuerca.

Entrar en ese matadero vasco y cantarle las cuarenta a esos asesinos es precisamente de lo que hablo. Una actitud que he visto en una viejecita andaluza que llegó a echar a una familia de etarras de su pequeño restaurante porque afirmaba, y con razón, que no había pueblo en Andalucía que no hubiese sufrido la muerte de inocentes a manos de esos asesinos. Indigentes intelectuales como Pilar Rahola, Susana Díaz, la Sarah Palin española, o Mas no pueden vencer a esta vieja nación llamada España. No se trata de lo que el Presidente Rajoy haga o deje de hacer, sino lo que nosotros estamos dispuestos a hacer por ella. Es la actitud.

Sergio Calle Llorens

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