miércoles, 6 de febrero de 2013

EXPLICANDO ANDALUCÍA


La Junta de Andalucía se sostiene, como un taburete, sobre tres patas. La primera es un perverso clientelismo. La segunda, un control absoluto de los medios de comunicación. La tercera, una población con un nivel cultural bajo. Esto nos lleva a que cualquier fracaso de la taifa andaluza pase desapercibido para el pueblo llano y, si por algún casual se reconoce, la culpa es siempre ajena. Gracias a la ausencia de una sociedad civil crítica con el poder, el taburete andaluz sigue en pie.

En realidad, los andaluces y la Junta son muy malos amigos, prueba de ello es la ausencia de ideas en el ejecutivo regional y la soledad de los ciudadanos a la hora de encontrar un trabajo. Todo concluye en una amarga desidia de la población que ve amanecer los días con un color tirando  a marrón. Una persona inteligente aplica una única idea terrenal; un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio. En cambio, el andaluz medio aplica la máxima de una tontería para cada cosa y cada cosa debe de ser socialista. Pero, por esa rara ironía de quien escribe recto con renglones torcidos, en España ha ocurrido algo que empuja aún más hacia los brazos de sus opresores de izquierda, los casos de corrupción de otros partidos. De tal forma, que la costumbre indígena de mirar para otro lado y no ver la suciedad en casa Nostra va a continuar. De momento, el bipartito andaluz respira tranquilo pero a la larga acabarán pagando un alto precio. Y es que la corrupción provocará una catarsis nacional que, con toda seguridad, se lleve por delante a la partitocracia.

Estos días la galaxia andaluza anda agitada por los escándalos ajenos. En los bares, en los supermercados y en todas partes el andaluz anda enfadado comentado las últimas jugadas. Que si Barcenas, que si Urdangarín, que si Amy y la fundación ideas. Sin embargo, no sé de qué cojones se extrañan. A todos ellos les preguntaría a cuantos fontaneros, electricistas o carpinteros andaluces han pagado en negro, sin IVA a lo largo de los años. O, también podrían decirme cuántas veces, han aplaudido que alguien se colara en algún sitio sin pagar. Actitudes consentidas por los lugareños a los que les brilla los ojos ante cualquier pícaro. Y del PER ni hablamos. No creo equivocarme al afirmar que  Andalucía es el lugar del mundo donde más trampas se hacen para no pagar impuestos y evitar al fisco. ¡Dejen, por favor, de hacerse los ofendidos!

Andalucía, como cosa lóbrega, empieza, en realidad, desde su nacimiento. En los albores de la autonomía, se nos habló de pleno empleo, de recuperar la dignidad como pueblo y de mejorar el nivel cultural de la ciudadanía. Aquel amor a primera vista con el autogobierno, terminó a la segunda. Bastó una mirada y comprobar la clase de golfos que nos ha dirigido siempre; descamisados y señoritos andaluces sin corazón, para entender el fracaso colectivo. Años después se nos convenció de la  necesidad de tener una caja única- tras condonar los créditos a los socialistas- para luego ver como la caja de Córdoba está en manos vascas, Cajasol en el regazo catalán y los andaluces más jodidos que nunca. Materia que no ha provocado ningún editorial, ni articulito en la prensa amiga. Y todo porque el pícaro andaluz que se vanagloria de ser el más pillo del planeta es, con toda seguridad, el más lerdo habitante que Dios puso en este mundo. El mismo que con un cubata en la mano despotrica de sus gobernantes y es incapaz de mirarse al espejo. A veces el contacto con estos indígenas deprime pero no he de callar por más tiempo que Andalucía, vista de cerca, resulta tonta y obtusa. Y es así, porque nuestros gobernantes nacen de ese pueblo que vive inmerso en una gran crisis moral que le impide trabajar por un futuro honradamente.


Entre los que miran para otro lado con la corrupción andaluza y los que se hacen los ofendidos por casos ajenos, no sabría a quien elegir. Son las dos máximas creaciones del energumenismo espontáneo de esta región. A todos quiero decirles, con toda la ironía, que la mujer del Duque de Palma no se enteró de nada, tampoco la mujer de Bárcenas y sus esposas siempre se enteran del dinero que defraudan. Conclusión:  Ellos son los auténticos gilipollas. Eso sí, no intenten tomarnos a los demás por tales.

Coda: No culpis pas al mirall, la ganyota la fas tú.

Sergio Calle Llorens








7 comentarios:

  1. Lúcido como siempre, tocayo. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. "Y todo porque el pícaro andaluz que se vanagloria de ser el más pillo del planeta es, con toda seguridad, el más lerdo habitante que Dios puso en este mundo. El mismo que con un cubata en la mano despotrica de sus gobernantes y es incapaz de mirarse al espejo. A veces el contacto con estos indígenas deprime pero no he de callar por más tiempo que Andalucía, vista de cerca, resulta tonta y obtusa. Y es así, porque nuestros gobernantes nacen de ese pueblo que vive inmerso en una gran crisis moral que le impide trabajar por un futuro honradamente."

    Sencillamente perfecto. "Tonta, obtusa" , éticamente miserable, degradada, siempre vendida al mejor postor, o lo que es lo mismo: emputecida.

    Pueblo corrupto = gobernantes hipercorruptos.

    Pueblo emputecido = gobernantes chulos de p.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es amigo, y lo peor es que yo no hay fe en ese pueblo por más que Griñán se empeñe en decir que Andalucía es el faro de occidente. ¡No hace falta decir nada más!

      Eliminar
  3. Sin lugar a dudas esto es lo mejor que se ha escrito sobre Andalucía en los últimos años. Te lo digo de verdad, ya está bien de tanta mentira de tanto mangante, de ver llover y decir que hace un sol estupendo. Andalucia es una mierda porque la gran mayoría de andaluces no vale nada de nada. Yo soy de Granada y lo sufro a diario.

    ResponderEliminar
  4. Sí, sí, Andalucía es el faro de la sonda con la que me hacen a mí la colonoscopia.

    ResponderEliminar
  5. La autocrítica no ha llegado aún, ni llegará en siglos, a Andalucía. Y así nos luce el pelo. Más estudio y menos corrillo de barra de bar o de máquina de café en el trabajo.


    RBA.

    ResponderEliminar