martes, 6 de junio de 2017

PÉREZ PALLARÉS

Rafael J. Pérez afirma en su columna del Diario Sur lo siguiente: “nadie debe insultar a nadie. Sea del arco que sea, sea de la ideología que sea, sea de la religión que sea. El respeto al prójimo y a las autoridades lo defiende la Constitución, la legislación actual y hasta la Biblia”.

El sacerdote también nos deja otra declaración de intenciones: “Con la llegada de las redes sociales pareció que todo el campo era orégano y con un ordenador o móvil en la mano se podía escribir lo que apeteciera. Manifestar la legítima diferencia de parecer es recomendable. Es más, necesario. Pero hay líneas rojas que no deben traspasarse nunca”.

El Cura deja una última perla para sus lectores que, tal vez sean una gran minoría, al recordarnos que a un vecino de Fuengirola la Fiscalía le pide dos años de cárcel por fomentar odio hacia los árabes con mensajes en los que insultaba y pedía su expulsión de España ; Ante este asunto, el cura escribía lo siguiente “A Dios gracias, la sensación de impunidad parece que desaparece. Ya nadie puede insultar en la red parapetándose en perfiles falsos o en su particular perfil. Difamar, vejar o atentar contra el honor no saldrá gratis a quien llevado por los motivos más peregrinos vomita en las redes sociales toda la mierda que lleva dentro”.

En una cosa sí estoy de acuerdo con el articulista, hay líneas  rojas que no deberían cruzarse nunca en el debate pero, en cualquier caso, la libertad de expresión no es un concepto abstracto, se puede o no se puede ejercer y no debería existir ningún límite al respecto. La libertad de expresión es lo que occidente es y representa. Y aunque a mí no me gusta lo que dicen algunos, hay silencios mucho más hirientes y dañinos que millones de insultos juntos ¿O no recuerda el sacerdote la ocultación de los abusos sexuales a niños por parte de miembros destacados de la iglesia católica? Por no hablar de la sonrisa cómplice el Papa Francisco cuando mira para otro lado con los crímenes de la dictadura cubana.

 Habría que recordarle a este Delegado Diocesano que, como nos dejó escrito Josep Pla, encontrar el adjetivo correcto para cada cosa es un asunto dificilísimo. Por eso, que  un niño violado por un cura de forma sistemática use calificativos duros para describir la inmensa maldad- por no hablar de la mierda que ese malnacido abusador lleva dentro- es de obligado cumplimiento literario. Tal vez Rafael Pérez Pallarés prefiera que llamemos “picarón” a un cura violador. Incluso, llegado el caso, estaría más de acuerdo con epítetos mucho más suaves a la hora de definir a un sindicalista gorrón que vive del sudor del de enfrente. No fuéramos a ofender al prójimo.  Además, quién decide lo que ofende o no: ¿el Papa Paco reunido con su Eminencia e inspirados por las enseñanzas de Torquemada? Acabemos.

En cuanto a su afirmación de que la sensación de impunidad parece que va desapareciendo, imagino que la escribe por desconocimiento. Y si no me cree, pude ir a los millones de mensajes que dejan los televidentes de la cadena Al- Jazeera cada vez que tiene lugar un ataque terrorista islámico en occidente - últimamente cada dos por tres-   en los que más de un 70% son de mofa y de regocijo. Claro, es mucho más fácil ir de moderno por la vida y machacar a un señor de Fuengirola por decir que el Islam es incompatible con la democracia occidental. Por cierto, lo que defiende la Constitución es la libertad de expresión y si  el cura busca discurso de odio, que se dé una vuelta por la cadena Córdoba TV financiada por Arabia Saudí.

Parece claro que el señor Pérez Pallarés piensa que nunca hay que ofender a nadie. Sin embargo, qué quieren que le diga, a mi este Sacerdote me hiere dirigiendo un programa en Canal Sur llamado “Palabra para la vida”, mientras mi padre murió ahogado en su propia sangre por culpa del SAS.  Ya ven, dinero para el espacio del cura y ni un céntimo para mi progenitor, ni para los millones de sureños que siguen en las listas de espera de Susana Díaz. Y aunque el comportamiento del religioso me ultraja y me envenena, él está en su derecho de seguir insultando y vejando a sus paisanos con su actitud en la cadena donde la disidencia contra los socialistas no se tolera.

Espero que Pérez Pallarés entienda que cuando tu vida es tu argumento, nadie podrá combatir contra eso. Y el argumento vital del Sacerdote es simplemente una capitulación en posición genuflexa hacia aquellos que odian occidente y un aplauso a los Fiscales- por cierto la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos establece que por encima de la libertad de expresión no hay nada- que odian la palabra libertad con mayúsculas. Por eso hay que decirle que llegará un momento, tal vez cuando esté al pie del altar y unos barbudos estén a punto de mandarlo a cenar con Jesucristo,  en el que tendrá que elegir entre luchar o rendirse.  

Que escoja Pérez Pallarés poner la otra mejilla mientras nosotros, una vez más, marchamos al matadero con el pecho hinchado de orgullo, como ya hicimos en la Playa de Omaha mientras elevamos al cielo una vieja plegaria:  “Padre ya sabes lo ocupado que estaré hoy en el Campo de Batalla. Si yo me olvido de ti, tú no te olvides de mí”.

“Sancho por la libertad se puede y se debe aventurar la vida”- Don Quijote.

Sergio Calle Llorens




1 comentario:

  1. Tras la publicación de este artículo he recibido la noticia el bloqueo del Sacerdote mencionado. Queda demostrado que el señor Cura no quiere debate sino que todas las ovejas descarriadas bajemos la cabeza y vayamos a besarle su anillo. Pues va a ser que no.

    ResponderEliminar