La liga ha
empezado y los corazones de los aficionados al balompié se han acelerado, pero
no al punto de desbocarse. Al fin y al cabo, casi todo sigue igual. El Real
de Madrid de Ancelotti sigue siendo un caos táctico irreparable y sin los
goles de Bellingham los blancos obtienen paupérrimos resultados. El italiano no encuentra una solución técnica
al galimatías de tener a Mbappé y al Martin Luther King del siglo XXI compartiendo
el ataque.
El
Barcelona vuelve a
hacer bueno aquello de que con 2000 millones de pesetas- 12 millones de euros-
ficha hasta la portera de su casa. Como los azulgranas no tienen dinero, la
Masía vuelve a demostrar que es la mejor cantera de España colocando al
equipo de Hansi Flick en lo más alto de la clasificación con jugadores
insultantemente jóvenes. Y eso que tiene como rival a la Fábrica de
calamares del Real que es el producto que usa el club blanco para fichar
jugadores de renombre según la prensa deportiva patria.
El Atleti sigue perdido en los miedos atávicos de Simeone que parece no entender que Dios siempre bendice a los valientes. Sustituir a dos de sus renombrados fichajes, Sorloth y Julián Álvarez, por un mindundi contra un Espanyol en horas bajas habla a las claras de que es un hombre atormentado. Y menos mal que las victorias valen tres puntos, porque de lo contrario, el argentino colocaba a siete defensas en el Metropolitano para jugar contra el Getafe. El Valencia camina hacia un campo de minas en el que a Baraja le aplicarán el laxante más eficaz del mundo antes de Navidad; tenemos que hablar .
Por su parte los árbitros siguen empeñados en
perdonarle todo tipo de canalladas a Vinicius, el jugador brasileño con
menos carisma que ha pasado por el fútbol español. Y da igual que salte al
campo con un peinado de fregona o disfrazado de la mula Francis. Lo suyo
no tiene solución y lo de los colegiados tampoco.
La liga ha
comenzado y ya ha acabado con mi paciencia.
Sergio Calle
Llorens