Si parece
un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea
un pato. Si un tipo
declara la independencia de su región, la anula tres segundos después, y
termina huyendo al extranjero en el maletero del coche, entonces es muy posible
que el político en cuestión sea un repugnante cobarde. Si este mismo individuo,
pesado de cojones, monta un numerito a las puertas de un parlamento, y
termina escapando de nuevo en otro maletero, entonces, además de homenajear a la gallina, estemos ante un mamarracho de
primera categoría.
El sainete
Puigdemont ha dejado tocada a la policía autonómica catalana convertida, de
facto, en la T.I.A de Mortadelo y Filemón. Es obvio que hoy los
Mossos son el hazmerreir de todo el mundo occidental y no hay nadie que no
llore de risa ante el despropósito de una operación tan descacharrante que
parece diseñada por la ínclita María Gámez en compañía de la bruja Lola.
La cuestión
aquí y ahora no es conocer el paradero del cateto de Gerona sino
plantearse cómo unos agentes que parecen sacados de una película de Berlanga
puedan llegar a portar armas por la calle, cuando tienen menos talento que la
babosa aquella del pleistoceno.
Pero si
grave es que un tipo, sobre el que pende una orden de detención dictada por el Juez
Llarena, pueda burlar las fronteras de un país para dar una conferencia
televisada, y volverse a marchar sin que nadie lo detenga, qué podemos decir de
la inacción del gobierno de Sánchez cuyo ministro del interior sólo abre
la boca para demostrarnos que su estupidez es enciclopédica. Y así, un día baja
de la nube para hablarnos de la importancia de la inmigración marroquí y, al
otro, se sube al árbol de la ignorancia porque el de la ciencia le quedaba muy
lejos.
Así es imposible hacernos respetar. Después de
todo, la España autonómica ha engendrado, además de gallinas, alacranes,
serpientes y varios tipos de parásitos y sanguijuelas, a una tribu que acepta al
cuerpo de los Mossos como animal de compañía. Porque una cosa es la
visión que dan las teles autonómicas de la realidad y, otra bien distinta, la
situación de degradación que está sufriendo nuestro país por culpa de politiquillos
sin escrúpulos que sólo sirven para dar mal ejemplo.
¡Ya sólo
queda que el jefe de los Mossos escriba otra carta a la ciudadanía
pidiendo respeto y apoyo a su candidatura para dirigir la Interpol!
Sergio Calle
Llorens
No hay comentarios:
Publicar un comentario