Me afean algunos lectores que use el término República
Bananera para referirme a Andalucía. Por tanto, he decidido explicarles las
razones que me empujan a calificar a la taifa del sur de esa manera; la primera
es que en las repúblicas bananeras, la corrupción es la norma y, por extensión,
sus políticos no están demasiado interesados en acabar con ella. La segunda
característica es que los gobiernos bananeros prefieren beneficiar a ciertas empresas que en trabajar por el bienestar de sus
ciudadanos. La tercera característica es que en este tipo de regímenes, la voz de los ciudadanos es
silenciada y sus medios de comunicación están bajo un estricto control
gubernamental. En este punto, cabe recordar como la prensa del sur está,
indefectiblemente, vendida al poder del que cobra a través de la publicidad
institucional. De ahí vienen los premios de periodismo en los que, por
supuesto, nunca aparece el nombre de un periodista que haya investigado los
ERE. ¡Faltaría más! Cuando señalas con el dedo la sumisión del cuarto poder con
la Junta de Andalucía, éste reacciona con virulencia. Temerosos de las consecuencias al verse sorprendidos con las manos en la
masa, adquieren una actitud chulesca y desafiante.
Ciertamente, el procedimiento que impera en Andalucía es el
del latrocinio institucionalizado, amparado en una república bananera dominada
por gentuza sin escrúpulos. En la Andalucía oficial, territorio
de lerdos, de onanistas y de perturbados, la autonomía se les ha subido a la
cabeza pensando que ningún control iba con ellos. En este contexto se explica
que Antonio Albarracín, ex director general de Vitalia, se refería a los
comisionistas como “los señores del sur”. Cuando la juez Alaya le interrogaba
sobre unos pagos pendientes a estos señores por gestiones
realizadas en los ERE de A Novo Comlink España, con sede en Málaga, no supo que
responder. Es un secreto a voces que Zarrías y Chaves podrían identificar muy
bien a los individuos señalados. Es más, con los contactos que tenían y, por
supuesto, tienen con la prensa andaluza, podrían haber confesado en alguna ocasión
quien es X y quien b. No lo publicaron, ni los unos ni los otros, sencillamente, por temor a perder un
negocio millonario del que dependen sus coches y sus hipotecas.
Andalucía está más cerca de Guinea Ecuatorial que de Finlandia y, en
ningún caso, se ha convertido en la California del sur de Europa. Entre otras cosas,
porque cuando han venido inversores internacionales, como cuando Eurodisney
quiso establecer su sede europea en Benahavis, esta pandilla de patanes decidió
apostar por Sevilla. Y así, hasta ahora. Incluso cuando una empresa extranjera
quiere obtener pingues beneficios, contrata a la hija del virrey local, como
ocurrió en el caso de la hija de Chaves. Ese "asunto" al que tanto miedo tenían los
supuestos periodistas del sur de España.
Como república bananera, Andalucía despilfarra miles de
millones en todo tipo de mamandurrias inútiles, que arruinan sin piedad, sistemáticamente,
los fondos de una sociedad tan alérgica a la verdad como a las letras impresas.
Por todo lo expuesto, creo no errar al usar la expresión república
bananera para referirme a la taifa con más paro de España. En definitiva,
Andalucía es una película infumable que no ven ni sus familiares. Mi objetivo,
como no podía ser de otra manera, es el de escapar de ella para siempre.
Sergio Calle Llorens