España es
una gran creadora de mitos: Don Quijote y Sancho Panza, Don Juan, el cipote
de Archidona y ahora, para asombro del mundo, presenta el del policía infiltrado.
Un agente que durante años desfloró- permítanme la licencia- a ocho mujeres de
los movimientos independentistas y antisistema. Un tarzán que, como Lorenzo
Lamas, iba saltando de cama en cama demostrando sus dotes de amante y,
antes de que embragara la palanca, desembragaban ellas. ¡Brutal! ¡Descomunal!
¡Orgásmico!¡Que se lo cuenten con todo lujo de detalles a la Sofía Loren
española y a Ada Colau!
Dani-
el Espartaco del taco para los de su unidad- un día sí y el otro también, demostró que la
lengua sirve para algo más que para hablar y, ellas, que pasaron del infierno de
su ideología al paraíso de los sentidos, soltaron la maldita proporcionando todo
tipo de información al espía. No hace falta que estas mujeres se hagan las
ofendidas porque, como todos sabemos, estas relaciones sexoafectivas fueron
positivas para, nunca mejor dicho, todas la partes pudendas implicadas.
Estamos, queridos
damnificados de Pedro Sánchez, ante las andanzas de un patriota que lo ha
dado todo. ¡Que Dios sepa premiárselo porque hay que tener estómago para
engatusar a las susodichas! Pero mientras llega ese momento, que esperemos
sea pasadas muchas lunas, las autoridades deberían bautizar avenidas con el
nombre del agente. Y cada una de ellas deberá
llevar su estatua pertinente en forma de falo para que sean visible desde cualquier
rincón de la galaxia. Un homenaje a
nivel nacional es lo que Don Daniel necesita; camisetas, odas, poemas,
películas, documentales y series de Netflix. Tal vez una nueva versión de
Si no soy Curro Jiménez por qué gasto este trabuco. Y ni siquiera con todos
estos tributos al héroe, podremos los españoles saldar la deuda que hemos contraído
con el policía infiltrado.
¡Que viva
España y que vivan los agentes valientes!
Sergio Calle
Llorens