No entiendo los lamentos. No comprendo que el personal se
rasgue las vestiduras. Pujol, seamos claros, ha sido un ladrón con el beneplácito
de PP y PSOE. González y luego Aznar le permitieron gobernar a pesar de que era
un secreto a voces lo del 3 por ciento. El sevillano les dio la competencia de
educación para que Don Jordi construyera una nación que antes apenas existía en
la mente de cuatro ociosos. El madrileño le dio todo lo demás afirmando que él
hablaba catalán en la intimidad. Tal vez esas conversaciones fueran con el
diablo.
Pujol que asaltó Banca Catalana para comprar voluntades ha
sido el responsable del desvarío separatista. El muñidor de una Cataluña
independiente que, a pesar de todo, jamás se hará realidad. En cualquier caso,
el catalán es el monstruo que crearon populares y socialistas. Ellos que querían
gobernar, y lo consiguieron, a cualquier precio porque no tienen ningún escrúpulo.
La política, dicen, crea extraños compañeros de cama, pero no hasta el punto de
organizar una orgía y que siempre seamos los ciudadanos los taladrados.
Ahora que echamos la vista atrás es fácil sonrojarse con
esos presidentes entregados con “el español del año” según ABC. Tremendamente
sencillo sentir vergüenza por los Doctor Honoris causas de esas universidades
catalanas que son una fábrica de tarados. Rematadamente cómodo sentir nauseas
por los turiferarios de TV3.
Insisto Pujol es hijo de González y Aznar. Ellos pudieron
parar el golpe y meter en la cárcel al catalán que llegó a creerse que Cataluña
es él. Pues no lo hicieron porque amaban demasiado el poder. Igual que el resto
de España no es el PP con su patrioterismo
barato. Ese que se abraza a la bandera pero que siempre que gobierne
lleva a las fuerzas armadas a la inanición. Unos conservadores que dicen amar a
España pero que luego siempre hace aquello que no le conviene. De los inútiles
socialistas, perdón por la redundancia, no diré nada. Ellos ya se retratan con su
España federal que siempre acaba con el cantón de Jumilla declarándole la
guerra al de Cartagena.
La responsabilidad del caso Pujol es compartida con los
periodistas que lo adulaban. Con los jueces que miraron para otro lado. La
gente se dejó engañar para que el Molt Honorable se hiciera de oro a costa de los
descendientes de Vilfredo el Velloso. Ahora todos niegan a Pujol, cuando él era, no
el padre, sino el hijo de la gran mentira; La España autonómica. Hoy, en la muchachada
nacionalista ha arraigado el desasosiego. Saben que lo de Pujol es sólo el
principio del hundimiento. Sus líderes actúan como Hitler; imaginando ejércitos
imposibles, soñando con armas salvadoras de última hora. Sin embargo, les
queda muy poco para que como en 1939, su burguesía salga a la calle para
agradecer la toma de Barcelona, y ellos, se dediquen a lo que mejor saben,
abrir tiendas. Todo está a punto de derrumbarse.
Sergio Calle Llorens