jueves, 13 de febrero de 2025

¡THE GHOST OF ROOM 306!

 




Clara Evans was no stranger to eerie locations. As a journalist and photographer specializing in urban legends, she had visited abandoned asylums, desolate mansions, and eerie cemeteries. However, nothing prepared her for what she would encounter at the Crescent Hotel in Eureka Springs, Arkansas—a place infamous for its haunted past.

The Crescent Hotel, built in 1886, had been many things: a luxury resort, a college for young women, and even a dubious cancer hospital run by a fraudulent doctor. But one of its most chilling stories was that of a young girl named Mary who had been murdered in Room 306 over a century ago. Guests and staff had reported strange occurrences—flickering lights, cold spots, and the sound of a child giggling in the dead of night.

Determined to uncover the truth, Clara checked into Room 306 with her camera ready. At first, the room seemed normal—worn furniture, floral wallpaper, and the faint scent of lavender. As she set up her equipment, a sudden chill made her shiver. The temperature had dropped inexplicably.

That night, Clara woke to the sound of soft whispers. She reached for her camera, but before she could turn it on, a shadowy figure materialized near the window. It was a young girl in a Victorian nightgown, her eyes wide with sorrow.

"Help me," the girl pleaded.

Clara’s breath caught in her throat. "Who are you?" she whispered.

"Mary," the ghost responded. "He never let me leave."

The room grew even colder. Clara knew she had to document this, but as she lifted her camera, the girl vanished. Frantic, she checked her footage—nothing. The only evidence was an eerie child’s voice captured on her recorder: "Help me."

Determined to solve the mystery, Clara spent days researching old records. She discovered that Mary had been a servant’s daughter, and she had mysteriously disappeared in 1902. No body was ever found, but rumors suggested she had been killed by a hotel guest.

With newfound purpose, Clara shared her findings, hoping to finally give Mary a voice after a century of silence. The haunting of Room 306 remained unsolved, but Clara left the Crescent Hotel knowing she had touched the edge of something truly supernatural—and she had the evidence to prove it.

Sergio Calle Llorens

martes, 11 de febrero de 2025

¡LA ESCLAVITUD EN ÁFRICA!

 



No me gusta que nadie me escriba la historia con letra bastardilla. Por ello, hoy pongo a disposición de mis lectores, amigos y odiadores profesionales unas cifras inquietantes sobre la esclavitud en África. Y lo hago porque hay silencios lacerantes sobre el tema y mucha, mucha manipulación al respecto. Aquí tienen una verdad incómoda que, como muchos imaginan, tiene un sabor amargo.

La esclavitud en África ha sido una práctica extendida a lo largo de la historia, involucrando a diversas culturas y religiones. Dos de las principales corrientes esclavistas fueron la impulsada por los comerciantes árabes musulmanes y la desarrollada durante la colonización europea. A continuación, se presenta una comparación entre ambas en términos de alcance y cifras.

Esclavitud bajo comerciantes árabes musulmanes

Desde el siglo VII, con la expansión del Islam, se estableció una red de comercio de esclavos que abarcaba África del Norte, el Cuerno de África y partes de África Occidental. Este comercio, conocido como la trata árabe de esclavos, se prolongó durante más de un milenio.

  • Duración: Aproximadamente 1,300 años, desde el siglo VII hasta el XIX.
  • Áreas afectadas: Principalmente África Oriental y el Sahel.
  • Cifras estimadas: Se estima que entre 10 y 18 millones de africanos fueron esclavizados y trasladados a través de rutas transaharianas y del océano Índico.

Esclavitud durante la colonización europea

A partir del siglo XV, las potencias europeas iniciaron la colonización de África y el comercio transatlántico de esclavos, que implicaba el traslado forzoso de africanos hacia las Américas.

  • Duración: Aproximadamente 400 años, desde el siglo XV hasta el XIX.
  • Áreas afectadas: Principalmente África Occidental y Central.
  • Cifras estimadas: Se calcula que alrededor de 12.5 millones de africanos fueron capturados y embarcados hacia las Américas, de los cuales aproximadamente 10.7 millones sobrevivieron a la travesía.

Comparación de cifras

Al comparar ambas corrientes esclavistas, se observa que la trata árabe de esclavos abarcó un período más extenso y afectó a un número significativo de personas. Sin embargo, el comercio transatlántico, aunque de menor duración, tuvo un impacto devastador en términos de la brutalidad del transporte y las condiciones de vida impuestas a los esclavizados.

Es importante señalar que las estimaciones varían debido a la falta de registros precisos y las diferencias en las metodologías de cálculo. Algunas fuentes sugieren que el número total de africanos esclavizados durante la trata transatlántica podría ser incluso mayor, considerando las altas tasas de mortalidad durante las capturas y el transporte.

En resumen, tanto la esclavitud bajo comerciantes árabes musulmanes como la desarrollada durante la colonización europea tuvieron consecuencias profundas y duraderas en las sociedades africanas, contribuyendo a la desestabilización de comunidades enteras y dejando una herencia de sufrimiento que aún resuena en la actualidad.

La conclusión a la que hay que llegar, salvo que usted sea espectador de La Sexta o seguidor de Jordi Évole es simple; según diversas estimaciones históricas, la trata de esclavos llevada a cabo por los comerciantes árabes musulmanes en África durante más de 1,300 años habría afectado a un número mayor de personas que la trata transatlántica impulsada por los europeos en un período de aproximadamente 400 años.

¿Lo pillan?

Sergio Calle Llorens


viernes, 7 de febrero de 2025

¡KARLA SOFÍA GASCÓN ES UN CAGÓN!

 



Karla Sofía Gascón es un cagón. Me da igual en la forma en la que este personaje se perciba. Porque se puede cambiar de opinión tras un largo período de reflexión, pero nunca porque los cobardes, que son una inmensa mayoría, le hayan montado una inmensa campaña de desprestigio por unos mensajes que escribió hace años en Twitter.

Karla debería haber aguantado el chaparrón tras explicar que el islam es una religión que abrazan millones de personas de todas las razas- si es que hay algo más allá de la raza humana- y, por tanto, no se puede ser racista basándose en una crítica a ese credo.  Ella pensaba, y probablemente todavía piensa, que el islam es incompatible con la democracia occidental. Yo también soy de la misma opinión y, equivocado o no, no soy mejor o peor persona por ello. Tampoco mis ideas políticas me hacen ser un excelso escritor o un vulgar plumilla. Lovercraft era un grandísimo racista, misógino y misántropo, pero, insisto, eso no le resta ni un ápice de su calidad literaria a sus textos.

 Dicen en inglés aquello de don´t meet your heroes, porque básicamente podríamos llevarnos un tremendo chasco al conocer a nuestros artistas favoritos. Cómo explicar, como cantaba Enrique Urquijo, que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario.  Es la obra y no la vida del autor lo que el gran público debe juzgar.  Nada más. De hecho, si seguimos en esa línea de corrección política, a mi admirado Don Francisco de Quevedo le quedan dos telediarios en los planes de estudios. Si es que los hijos de puta que dirigen el futuro educativo no le han organizado ya un aquelarre para quemar su imagen in absentia.

Karla debería haberse metido con los cristianos, con los blancos o con los heterosexuales y nadie, absolutamente nadie, habría iniciado una campaña en su contra que le podría costar la carrera. Se tiene que estar tirando de los pelos. Así que es justo salir en su defensa. Por ello, quiero recordarles a todos los que la atacan que hubo una escritora que dijo que las monjas violadas por los milicianos en la guerra civil española sentirían un gran placer y que, no contenta con esta barbaridad, nos regaló otra perla afirmando que cada mañana fusilaría a dos o tres personas. Pues bien, esa mujer tiene hoy una estación en Madrid con su nombre. ¿Juzgó alguien sus novelas por estos mensajes? ¿La condenó alguien? ¿Tendríamos que haber retirado sus libros de la biblioteca? No, por supuesto que no.  Así que deja que el tiempo ponga a cada uno en su sitio.

Pero llegado a este punto, una pregunta inquietante surge como esa niebla vespertina que arriba del mar; ¿Karla Sofía Gascón fue nominada por su condición de actriz transgénero o por la calidad de su interpretación en la película nominada a los Oscars? Espero que la boira mencionada no les impida ver la respuesta que tienen delante de sus ojos. Porque Emilia Pérez es un bodrio, su director un soplagaitas y la actuación de Karla Sofía Gascón juega en la misma liga que el nefasto Dan Rovira en cada uno de sus papeles dramáticos.

¡Querida Karla, hay peores cosas que te cancelen o que no te inviten a la gala de los Goyas; estar rodeado de gilipollas!

Sergio Calle Llorens


jueves, 6 de febrero de 2025

¡EL DESVÁN DE LA MASÍA!

 




Era una nit de tardor, una d’aquelles en què el vent udola entre els arbres i grinyolen les finestres velles. Em vaig despertar de sobte, amb el cor accelerat. Alguna cosa m’havia despertat, però al principi no sabia ben bé què. Aleshores ho vaig sentir: un soroll sec, com si algú arrossegués una cadira. Venia del desván.

El desván… Aquell espai petit i fosc al qual ningú pujava mai. Quan vaig comprar la masia, el vell propietari em va advertir que no hi guardés res, que no el fes servir. "Millor que romangui tancat", em va dir, sense més explicacions. Però mai vaig ser supersticiosa.

Em vaig aixecar del llit amb el cos gelat. Vaig agafar una llanterna i vaig sortir al passadís, on l’aire semblava més fred que de costum. Cada passa ressonava a les parets de pedra mentre em dirigia a l’escala que portava al desván. Els sorolls continuaven... un cop sord, després un grinyol. Alguna cosa es movia allà dalt.

Amb la mà tremolant, vaig girar el pom de la porta. Cruixia, com si feia anys que ningú l’obria. Una fortor d’humitat i pols em va colpejar el nas. Vaig il·luminar l’interior amb la llanterna i, per un moment, no vaig veure res més que velles caixes cobertes de teranyines. Però llavors... ho vaig notar.

Un aire fred em va acariciar la galta, com si algú hagués bufat suaument. I, al fons de l’habitació, vaig veure-ho: una figura borrosa, fosca, amb ulls que brillaven com brases apagades. Estava allà, immòbil, mirant-me.

Vaig voler cridar, però la veu no em sortia. Les meves cames no responien. Aleshores la figura va fer un pas endavant... i vaig sentir una veu, una veu ofegada, antiga, com si vingués d’un altre temps:

"No hauríeu d’haver vingut..."

Vaig tancar la porta d’un cop i vaig baixar les escales corrents. No vaig dormir aquella nit. L’endemà, vaig decidir investigar la història de la masia. Vaig trobar vells registres al poble. I allà, entre fulls groguencs i polsosos, vaig descobrir la veritat:

Aquella masia havia estat la casa d’una dona acusada de bruixeria fa més de tres-cents anys. La van tancar al desván, la van deixar morir de fred i gana. I des de llavors, es diu que encara busca venjança...

Aquella va ser l’última nit que vaig dormir en aquella casa. La vaig vendre el mes següent. Però encara avui, en les nits de tardor, quan el vent udola, juro que puc sentir la seva veu xiuxiuejant el meu nom.

"No hauríeu d’haver vingut..."

Sergio Calle Llorens