Vergonya
Gómez, Begoña para los
amigos, familiares y afiliados del PSOE, está imputada por corrupción y
tráfico de influencias, y para salir del paso, su cuchicuchi, creador del
BIG BANG y de todas las cosas bellas de este mundo según la parroquia “progresista”,
nos putea a todos con el reconocimiento de Palestina como Estado y con
el gasto militar en Ucrania. No es que al presidente le importe mucho
ambos asuntos, de hecho, estas cosas le importan lo mismo que a Tomás Roncero
la ética periodística, pero las usa como trampolín de cara a las próximas
elecciones europeas cuyas encuestas, da igual lo que diga el amigo Tezanos,
le sitúan en segundo lugar.
Begoña, que en vascuence significa lugar sobre el cerro, vive sin embargo en la cima del poder político- De allí no la bajan ni a tiros. Su compañero sentimental, que comparte este manual de resistencia para seguir mirándonos desde allá arriba en el Falcon, hará todo lo que pueda y más para seguir en el cargo aunque se termine cargando lo que queda de la democracia española.
Además, Begoña es una planta que mide unos cuarenta centímetros que no se corresponde con la altura de la primera dama cuyo brillo estelar destaca entre todas las señoras del país. La flor, originaria de América, es perenne y a eso aspira la señora Gómez, a perpetuarse y a echar raíces en Moncloa.
Ella sabe que
nació para el puesto y nadie podrá eclipsar su luz y, aunque algunos quieran verla
a la sombra mucho tiempo, allí estará la fiscalía para repetir aquello de que
la esposa del líder supremo no firmó las recomendaciones a empresas como la mujer del presidente sino como una
profesional. Y la vida seguirá. Y los del cine seguirán cobrando para seguir haciendo
sus películas infumables. Y los tertulianos volverán a advertirnos del peligro de la ultraderecha aunque los atentados en Europa son y seguirán siendo islamistas. Y usted, caro lector, seguirá quejándose porque no
entiende que los negocios de Begoña se hacen por el bien de todos los
españoles, y de Almodóvar cuyas lágrimas no pueden volver a derramarse en la proa de su yate.
No me sean cabrones.
Coda: ¡Hay que canonizar a Begoña! ¡Lo dice el grupo Prisa!
Sergio Calle Llorens