En el vasto
escenario de la política española, emerge una figura que bien podría haber sido
extraída de una novela negra o de una película de gangsters de los años 30:
nuestro actual ministro de Transportes. Con su porte desafiante y su estilo
directo, parece más un personaje salido de "El Padrino" que un
servidor público del siglo XXI.
Su
comportamiento recuerda al de Sonny Corleone, el impulsivo hijo de Vito
Corleone, siempre
presto a responder con vehemencia ante cualquier desafío. No es de extrañar que
media España haya señalado que el ministro "no conoce los criterios
mínimos de educación" necesarios para su cargo.
Mientras
tanto, en Cataluña, el Ministerio de Transportes ha mostrado una
diligencia digna de elogio. Después de casi dos décadas de promesas
incumplidas, finalmente se ha acordado la creación de una empresa mixta para
gestionar Rodalies, que comenzará a operar el 1 de enero de 2026.
Sin
embargo, en otras regiones, como Málaga, la situación es muy diferente. A pesar de que la línea C1 de
Cercanías es una de las más rentables de España, el ministerio ha licitado
recientemente, por 1,2 millones de euros, un estudio de viabilidad para el tren
litoral entre Nerja y Algeciras, una actuación que los malagueños llevan
décadas esperando.
Esta
disparidad en las inversiones ha generado críticas desde diversos sectores. En
estas páginas se ha denunciado la "dejadez" del Gobierno, señalando
también que los malagueños están "hartos de perder horas de trabajo"
debido a la falta de inversiones en infraestructuras viales.
Mientras
tanto, el subdelegado del Gobierno en Málaga defiende que el estudio de
viabilidad del tren litoral "no se había hecho nunca", intentando
justificar la demora en las actuaciones.
En resumen, nuestro ministro de Transportes parece moverse entre las sombras, al más puro estilo de los gangsters cinematográficos, priorizando inversiones según intereses que muchos no alcanzan a comprender, y dejando a Málaga esperando soluciones que nunca llegan. Quizás sea hora de que este personaje salga de la ficción y empiece a actuar como un verdadero servidor público. Pero eso es como esperar que un socialista cruce España sin visitar sus puticlubs. Un imposible.
Sergio Calle
Llorens