martes, 13 de septiembre de 2011

EL MANIFIESTO POR LA EDUCACIÓN


Ustedes recordaran que en las últimas elecciones autonómicas de Andalucía, se formó la plataforma de apoyo a Chaves, más conocida como La Paca- que paca vergüenza- gente que literalmente apoyaba al ceutí a cambio de subvenciones y prebendas. Para ponerles en situación, les diré que la mayoría eran piltrafillas cuya voz nunca se ha dejado oír, para protestar contra los recortes sociales que ha vivido Andalucía en los últimos años. Es más, ni siquiera se han atrevido, que cosas tengo, a organizar un concierto multitudinario en apoyo a los parados andaluces. Algo así como un AID Andalucía. Temían, supongo, que los alegres repartidores de ayudas públicas se enfadaran. Más al norte, los autodenominados intelectuales vuelven a firmar un manifiesto contra “los recortes educativos” en el que defienden la enseñanza pública. Entre los firmantes se encuentran, entre otros, Elvira Lindo, Sabina y la tricolor Almudena Grandes. Un manifiesto que ha sido presentado con mucho boato en el Teatro Ateneo.


Al leerlo, me asalta una duda y es si en ese colectivo hay vida inteligente, digna de llevar ese nombre. De lo que no me cabe duda es que tienen menos vergüenza que Juan Guerra a la hora del té. Porque mira que han tenido asuntos por los que manifestarse y protestar, pero nada, lo dejan todo para el enemigo ideológico. La verdad es que esta gente olvidadiza y tendenciosa calló como putas cuando los recortes afectaron a los jubilados, a las familias o a los funcionarios. Su silencio de antaño que contrasta con su sonora pitada actual hay que entenderla en clave electoral. A lo sumo, tendrá recorrido para la gente ya convencida de antemano. En este punto quiero recordar al sabio de Francis Bacon cuando dijo aquello de quien no quiere pensar es un fanático, quien no puede pensar es un idiota, quien no osa pensar es un cobarde. En los firmantes del manifiesto tienen, por tanto, mucho de fanáticos y otro tanto de cobardes. Fíjense en andaluces como Antonio Muñoz Molina, Miguel Ríos o Sabina que deberían explicar más pronto que tarde por qué cojones no vinieron a la República Bananera de Andalucía cuando esos recortes- y llevamos años- se han producido. Porque aquí, recordémoslo, tan sólo ha habido dinero para los del carnet socialista y sus queridos familiares. Sí, podrían haber abierto sus boquitas entonces y, tal vez ahora, les podríamos prestar algo más de atención ¿Dónde estaban cuando los ERE? ¿En compañía de quien? ¿O es que todos sufrieron una curiosa afonía que los dejó sin hablar? Quizá para responder a estas cuestiones haya que echar mano de otro hombre genial; Mahatma Gandhi cuando afirmó que lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. Pues eso.


Empiezo a sospechar que el socialista español sería capaz de votar a un mono corroncho como candidato a la presidencia de su país, y justificar cualquier barbaridad si es uno de los suyos el que la comete. Ellos saben que la llave para que la gente te adore es posar como si estuvieran pensando, y nunca hacerlas pensar, porque te odiarán por ello. Es decir que mientras el trabajo de un novelista consiste en transformar con palabras lo invisible en visible, la labor de estos cantamañanas es la de alterar la realidad aún a riesgo de parecer lo que son, vendidos. Por eso, se manifestaron contra los submarinos nucleares en Gibraltar- cuando eran los otros los que gobernaban- y callan cuando las visitas se producen gobernando un socialista, aunque sea un onanista al que pillan- nunca mejor dicho- con las manos en la masa. Estamos, más que les pese, ante unos titiriteros en una burda comedia que algunos toman muy a pecho. Una obra mil veces representada por los progresistas. Por tener, tienen ante una claque que aplaude aunque no lo merezcan. Esto es una nueva repetición del sectarismo español más inútil. Un sectarismo que hace justificar a la derecha los Gürtel y a la izquierda cualquier monada de sus mandriles mayores.


No quiero, sin embargo, que nadie tome estas líneas como las de una persona que no consume los productos que realizan los amigos de la ceja. Pues ya comenté en alguna ocasión que yo siempre recomiendo a Alberti a pesar de haber escrito odas a Stalin en su juventud, o al mismísimo Agustín de Foxa, denostado por la progresía borreguil por su pasado franquista. Ya digo, nunca me ha importado lo más mínimo la ideología de un individuo para consumir su arte. De hecho, nunca he aconsejado a nadie un libro o un artículo de Eduardo Mendicutti, pero no por su ideario, sino porque la tortura está prohibida por la convención de Ginebra. Vaya que lo que no quiero para mí, no lo quiero para nadie. Lo que si digo, es que la gran mayoría de artistas del manifiesto pertenecen a la liga de los cabestros. Miembros de un club de calaveras y callacueces. Candogos que se muestran lisonjeros con los amigos ideológicos y canallas con los de enfrente. Gente complicada que pasa tanto tiempo tratando de causar buena impresión- entre su secta- que pronto agotan su talento. Ay dios, pagaría algo para repetirles al oído aquello de mi admirado George Orwell: “La libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”. Pues allá va; la culpa de este desastre educativo la tuvo Rubalcaba y su jodida LOGSE. Entonces, tal como ahora, vuestro silencio cómplice.

A silent mouth is sweet to hear

Irish Proverb


Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. sólo iba a añadir el asunto de Gibraltar y los submarinos nucleares, pero a mitad del artículo veo que también estaba en tu cabeza.

    Por lo demás, entronca a la perfección con el diálogo sobre el fanatismo de tu escrito precedente.

    Tendré en cuenta lo de Mendicutti. No caía quién era, pero gracias a la magia de internet he visto ipso facto su foto y lo he recordado de tantas tertulias televisivas...

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  2. Si, fanatismo y más fanatismo. No hay más. En cuanto a lo de Mendicutti, bueno un señorito que vive de la literatura; es decir de ir a tertulias etcétera. Sus libros valen menos que el pensamiento de Leyre Pajín. Saludos

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